domingo, 28 de agosto de 2016

"El Segundo bien: la Fidelidad Conyugal"



EL MATRIMONIO CRISTIANO.
CASTI CONNUBII
Pío XI, 31 de diciembre de 1930.

EL SEGUNDO BIEN:
LA FIDELIDAD CONYUGAL 
         19. – El segundo de los Bienes del Matrimonio, enumerados como dijimos, por San Agustín, es la fidelidad, que consiste en la mutua lealtad de los cónyuges en el cumplimiento del contrato matrimonial, de tal modo que lo que este contrato, sancionado por la Ley Divina, compete a una de las partes, ni a ella le sea negado ni a ningún otro permitido, ni a la comparte se conceda lo que jamás puede ser concebido, por ser contrario a las Divinas Leyes y Derechos y del todo disconforme con la fidelidad del matrimonio.


COMENTARIO
            La fidelidad es una virtud enriquecedora y rica en sí misma. La fidelidad no sólo es para el matrimonio, sino debe practicarse en todos los hechos y circunstancias de la vida.

            El fiel, es constante, es honesto, es perseverante y no es una persona simplemente sensorial; sino razonable y objetiva. Por tanto, en el matrimonio que es un Sacramento instituido por el mismo Cristo y el cual ha de ser para siempre, exige de ambas partes fidelidad y, para ello, hay que buscar la Gracia, estimularse mutuamente en la realidad del matrimonio católico que está pleno de alegrías, gozos, dolor y sufrimiento. No ha de ponerse en peligro de faltar a la fidelidad.



LA UNIDAD ABSOLUTA.

         20. – “Tal finalidad exige, por lo tanto y en primer lugar la absoluta unidad del matrimonio, ya prefigurada por el mismo Creador en el de nuestros primeros padres cuando quiso que no se instituyera sino entre un hombre y una mujer. La Ley Evangélica sin que quede lugar a duda ninguna, restituyó íntegramente aquella primera y perfecta unidad y derogó toda excepción, como lo demuestran, sin sombra de duda, las palabras de Cristo y la Doctrina y practicas constantes de la Iglesia. Con razón, pues, el Santo Concilio de Trento declaro lo siguiente: “Qué, por razón de este vínculo, tan solo dos pueden unirse, lo enseño claramente Cristo Nuestro Señor cuando dijo: “Por tanto, ya no son dos sino una sola carne”. Más no solamente plugo a Cristo Nuestro Señor condenar toda forma de lo que suelen llamar poligamia y poliandria simultanea o sucesiva, o cualquier otro acto deshonesto, externo sino también los mismos pensamientos y deseos voluntarios de todas estas cosas, a fin de guardar inviolado en absoluto el recinto sagrado del matrimonio. “Pero yo os digo que todo el que mira a una mujer para codiciarla ya adultero en su corazón”. las cuales palabras de Cristo Nuestro Señor ni siquiera con el consentimiento mutuo de las partes puede anularse, pues manifiestan una Ley Natural y Divina que la voluntad de los hombres jamás puede quebrantar ni desviar”.


COMENTARIO


SEGUNDO BIEN DEL MATRIMONIO 

            La fidelidad en el matrimonio pide unidad. Recordemos que ya no son dos, sino los dos en una sola carne. No han de absorberse, ni buscar el dominio, ni querer formar una sola identidad, lo cual es imposible. Han de identificarse que quiere decir abrirse con trasparencia, para conocerse, darse ayuda mutuamente y querer caminar juntos hacia la perfección. Primero cada uno de los cónyuges, ha de buscar la perfección, que pueda alcanzarse con oración.

            No es necesario que anden juntos todo el día, como ciertos matrimonios que, en dependencia mutua, no se dejan crecer ni ser ellos mismos.

            Pero, de ninguna manera cada quien por su lado, pues en está modernidad malsana, hay situaciones muy reprochables para los matrimonios, que no deben dejar invadirse por aquello que pueda romper la unidad.

              Muchas son las causas de tanto divorcio, pero aquí solo señalaremos cuatro brevemente:

1.     – Los noviazgos siguen guardando el término, pero el concepto, desde lo más elemental hasta lo más grave, ya es un escándalo, es una degeneración.

2.     – Ya casados, llevan poca ilusión y, con la pésima moral de hoy, se extra-limitan en sus relaciones, hasta llegar al pecado mortal y a los mismos pecados contra natura.

3.     – A las jóvenes de hoy, ya no hay una madre que les aconseje abnegación, que las ilustre enseñándoles que la vida cuesta, que la felicidad se conquista y que, una mujer virtuosa, llega a gozar de su triunfo ganado a pulso.

Hoy las mamás les dicen: “estudia, aprende, si te va mal te separas y te puedes mantener”.

4.     – Y, este, parece ser el peor, las mujeres trabajando en lo que sea, entre otros hombres, estimuladas en su vanidad y los esposos mirando otras figuras, otros coqueteos, pronto se ilusionan fácilmente con otro o con otra. Sin olvidar que no es necesario traicionar la fidelidad plenamente, basta la curiosidad, el deseo, la imaginación, el estímulo de los sentidos, para pecar mortalmente y de allí a romper con la fidelidad, sólo hay un paso. Como dijimos al principio la fidelidad es fuente de riqueza.

Sor Clotilde


   







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