domingo, 11 de septiembre de 2016

"Ayuda recíproca y Formación interior por la Caridad"



EL MATRIMONIO CRISTIANO.
CASTI CONNUBII
Pío XI, 31 de diciembre de 1930.

AYUDA RECIPROCA

23.- Todo lo cual no sólo comprende el auxilio mutuo en la sociedad doméstica, sino que es necesario que se extienda también y aún  que se ordene, sobre todo, a la ayuda reciproca de los cónyuges en orden a la formación y perfección mayor cada día, del hombre interior, de tal manera que por el consorcio mutuo adelanten más y más también cada día en la virtud y crezcan, sobre todo, en la verdadera caridad para con Dios y para con el prójimo, de la cual, en último término, “Dependen toda la Ley y los profetas”. Todos, en efecto, de cualquier condición que sean y cualquiera que sea el género honesto de vida que lleven, pueden y deben imitar aquel ejemplo absoluto de toda santidad que Dios señaló a los Hombres, Cristo nuestro Señor, y, con ayuda de Dios, llegar incluso a la cumbre más alta de la perfección cristiana, como se puede comprobar con el ejemplo de muchos Santos.

COMENTARIO

         Cuando el ser humano, como hoy, ya no comprende los valores sobrenaturales, internándose sólo en la materia, le es imposible entender el sufrimiento, el sacrificio, la renuncia, la entrega… así como una forma de crecimiento personal y de auténtico enriquecimiento que ha de participar a su cónyuge. En esta época, toda solución se funda, en los matrimonios, con alegatos de derechos, sin deberes; de conveniencias, de desigual competencia, en fin: ¡Tantas cosas! Remedio a todo: el divorcio
         Ambos han olvidado la Eternidad, los medios para llegar a ella: el apoyo, el sustento que da, en este caso, a los matrimonios, una vida de piedad y gracia unida a Dios.

¿Quién se acuerda hoy, en esta vida ególatra e idólatra, que todos hemos de darnos la mano para llegar a Dios? Los esposos, ya hace algunas décadas, que no recuerdan que el ideal del matrimonio es la perseverancia hasta el final; a través del conocimiento, la comprensión, la paciencia, y, lo más bello, el conducirse mutuamente, entre ellos, para ir formando e informando al cónyuge y hacer de él una mejor persona, para llegar juntos al cielo. Los esposos, unidos a Cristo y, por tanto, a la Redención, trabajarán con Cristo y, a través de Cristo, para llegar exitosamente juntos al término de su vida matrimonial, para luego unirse en la eternidad por siempre.

         Pero esto supone un ideal trabajado con esfuerzo, perseverancia y abnegación….

FORMACIÓN INTERIOR POR LA CARIDAD

24.- Esta formación interior y recíproca de los esposos, este cuidado asiduo de mutua perfección, puede llamarse también, en cierto sentido, muy verdadero, como enseña el Catecismo Romano, la causa y razón primera del matrimonio, sí es que el matrimonio no se toma estrictamente como una Institución que tiene por fin el procrear y educar convenientemente a los hijos, sino, ampliando el sentido, como comunión, costumbre y sociedad de toda la vida. Con esta misma calidad es menester que se informen los restantes derechos y deberes del matrimonio, pues no sólo ha se ser ley de justicia, sino también norma de caridad aquello del Apóstol: “El marido pague a la mujer el débito; y. de la misma suerte, la mujer al marido”.

COMENTARIO

            La Caridad, es el mismo amor, sólo que elevado a los sobrenatural y purificado de resentimiento, susceptibilidad y egoísmo. La caridad es el amor que goza más en dar que en recibir; es el amor que siempre perdona, sin perder la dignidad ni el equilibrio, y que actúa constantemente en pro del ser amado para evitar agresiones, heridas, que una vez efectuadas, empiezan a partir el matrimonio.

 El amor, sólo se transforma en caridad a través de una auténtica vida cristiana: “Aun cuando yo hablaré todas las lenguas de los hombres, y el lenguaje de los ángeles, si no tuviere caridad, vengo a hacer como un metal que suena, o campana que retiñe” la Caridad es sufrida, es dulce y bienhechora; la Caridad no tiene envidia, no obra precipitada ni temerariamente, no se ensoberbece, no es ambiciosa, no busca sus intereses, no se irrita, no piensa mal, no se huelga de la injusticia, complácese sí, en la verdad; a todo se acomoda, todo lo espera y lo soporta (I Corintios XIII, 1-2; 4-7)

Sor Clotilde



 

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