martes, 13 de septiembre de 2016

Sr. Bernardo Barranco




Señor Bernardo Barranco
         PRESENTE

         Señor Barranco, he notado que es usted un defensor implacable de los gay y sus derechos

         Es necesario que pongamos los puntos sobres las íes, presentándolo todo en orden: si usted está de acuerdo elija a uno de sus invitados, que se identifique con su pensamiento; pero, al mismo tiempo, hágale una invitación a otra persona capacitada, para hacer un dialogo justo donde puedan pesarse los aspectos negativos y positivos de las ideas.

         Empiezo por decirle: que ustedes están confundiendo los conceptos homofobia, rechazo, desprecio, odio… por otros conceptos, que no tienen el mismo sentido.

No es a los gay a quienes se les rechaza, es a su conducta que presenta hechos contra natura. ¿Por qué? Porque realmente sin tener nada contra ellos, sí despreciamos absolutamente, la forma sexual en que se conducen. Para nosotros, los que hemos guardado valores y principios, la homosexualidad y sus alrededores, constituyen una epidemia moral y, del mismo modo que una madre libra a sus hijos de una peste virulenta; así mismo, los responsables del pueblo que son padres, maestros y la jerarquía católica, tienen que hacerles notar a los católicos y no católicos, que tal conducta no debe imitarse. Creo que estamos en nuestro derecho, no tienen por qué llamarnos homofóbicos, sólo porque nunca vamos a ver y aceptar que lo malo es bueno.

La jerarquía Católica, hay que aclarar, no se mete en política, esto no es política. Esto es Ética. Son leyes, pero leyes que corresponden directamente al hombre de parte de Dios.

“La Ley es la ordenación de la razón dirigida al bien común, promulgada por quien tiene la autoridad” (Santo Tomás). Lo que hacen los gay rompe toda Ley: leyes humanas, leyes sociales, leyes naturales y, peor aún, la Ley de Dios.

 El ser humano se maneja por tres leyes: La Ley Eterna, la Ley Natural y la  Ley Positiva.

La Ley Positiva corresponde a la Iglesia y al Estado. La Ley Positiva que corresponde a la Iglesia son los Mandamientos de la Ley de Dios y son universales. La Ley Positiva humana, son las leyes de una sociedad, marcadas por los gobiernos de cada país. “Las Leyes civiles sí desconocen a Dios, o no consideran al ahombre en todo su contexto, o nacen de intenciones malas, son erróneas y falsas, no pueden llamarse leyes”.

 La Ley Positiva Divina, o sea los Diez Mandamientos, son la misma Ley Natural que va impresa en todo hombre, sólo que la Ley Natural es íntima, es interna; aunque bien llevada, da frutos externos maravillosos. Además, la Ley Positiva Divina es la expresión de la Ley Natural. Esta Ley Positiva, son los Mandamientos de la Ley de Dios, y fue escrita por el mismo Dios en el Monte Sinaí y entregada a a Moisés para que la cumpla todo ser humano. La Ley Eterna, en la eternidad de Dios, en el Dios de toda la humanidad, que no cumple leyes, que Él, es la misma Ley y que, por ello le llamamos la Ley Eterna y de esa Ley Eterna fluye la Ley Natural, que se abre ilustrativa en los Mandamientos de la Ley de Dios. Todo esto podemos probarlo con la Sagrada Escritura, la Tradición Apostólica y el Magisterio Eclesiástico, incluyendo la misma historia profana.

Nada es inventado, la Fe, que es de otra dimensión, es una luz que está sobre el entendimiento, nos fuera de él y que nos hace ver con claridad todas las verdades católicas.

 Así que la jerarquía católica, no se está metiendo en política, está defendiendo los verdaderos derechos humanos del hombre, de no caer en la prostitución, de no degenerarse y de salvar su alma. No enredemos el caso con supuestas homofobias, odios y con invasiones al terreno político. A la jerarquía y a nosotros los católicos, además de importarnos, por sobre todas las cosas, un camino recto para salvar el alma, vibra en nosotros el celo por los derechos de Dios.

Además, para probarles que no los odiamos, que nos importan sus almas, que deseamos que se salven. Pedimos todos los días a Dios para que se corrijan.

Están usando mal sus derechos, porque el derecho, el deber y el respeto van unidos, de otro modo es imposible hablar de uno de ellos y, ustedes alegando sus derechos, están pisoteando los derechos de otros y su propia dignidad.

Respetando lo que ustedes llaman su derecho y libertad, les decimos: Ustedes hagan lo que quieran, vivan ordenada o desordenadamente, no es su derecho, pero sí su responsabilidad. Hagan lo que quieran, pero respétennos. ¿Qué obligación tenemos nosotros de ver visiones por todas partes, visiones ya institucionalizadas? Alegan derechos, qué no son derechos, pues los derechos tienen fundamento y condiciones y los falsos derechos de los gay, no respetan fundamento ni condiciones. Son los derechos de Dios lo que defiende la jerarquía.

Son los gay y sus defensores los que se están metiendo en las cosas de Dios. Son ellos y sus autoridades los que están imponiendo al creyente ideas, ideologías adversas y sí no las aceptamos, dicen que nos estamos imponiendo y que no respetamos a la autoridad del César.

Primero es la Ley De Dios y luego la del César, porque la del César debe estar fundamentada y respetuosa en la Ley de Dios.

El cuerpo tiene leyes físicas y fisiológicas. Rómpanlas. La persona humana, cuerpo y alma, tiene leyes, es lógico. Sólo que con su libertad las rompe.

Toda la naturaleza creada tiene leyes y la creación fue realizada en equilibrio y belleza; pero el hombre, ofendiendo a Dios, ha alterado las leyes de la misma Creación.

La Iglesia no debe aceptar el pecado, pero no evitarlo con imposiciones. Lea usted en el diccionario, la diferencia entre aceptación e imposición.

Ustedes, los enemigos, todo lo manejan con falsas verdades, trampas y astucias y, apenas nos defendemos, ya somos homofóbicos, y manipuladores.
En ningún lugar como en la Iglesia y Religión Católica, se respeta la libertad, pero eso no quiere decir que nos asociemos a la depravación, a la inmoralidad al error y a las mentiras.  

La Iglesia católica aconseja, exhorta, sugiere, enseña; pero jamás impone. Pues la Sabiduría de la Iglesia conoce el ser del hombre, no su apariencia, quien por su libertad sólo cede positivamente o se esclaviza cuando él lo determina en su interior. Y, aunque se le atara con cadenas, se le sumergiera en un pozo, o en un cuarto obscuro, el hombre seguiría siendo libre.

No es libre, en cambio, cuando se le somete a lavados de cerebro, a slogans, vicios, cambio de mentalidad, porque esto le obscurece el entendimiento, le enreda el criterio y le debilita la voluntad.  Y lo que empezó queriéndolo se va desarrollando y termina en una libertad falseada, que se perdió de la Verdad y el Bien.

¡Muchas gracias!


Sor Clotilde




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