ERRORES
MODERNOS.
(Encíclica “Humani
Generis”)
Pío XII
13. – Los
que, o por reprensible deseo de novedad, o por algún motivo laudable, propugnan
estas nuevas opiniones, no siempre las proponen con la misma gradación, ni con
la misma claridad, ni con los mismos términos, ni siempre con unanimidad de
pareceres: lo que hoy enseñan algunos más encubiertamente, con ciertas cautelas
y distinciones, otros más audaces lo propalan mañana abiertamente y sin
limitaciones, con escándalo de muchos, sobre todo del clero joven y con
detrimento de la autoridad eclesiástica. Más cautamente se suelen tratar estas
materias en los libros que se dan a la luz pública; con más libertad se habla
ya en los folletos distríbuidos privadamente y en las conferencias y reuniones.
Y no se divulgan solamente estas doctrinas entre los miembros de uno y otro
clero y en los Seminarios y los institutos religioso, sino también entre los
seglares, sobre todo entre los que se dedican a la enseñanza de la juventud.
14. – En cuanto
a la teología, lo que algunos pretenden es disminuir lo más posible el
significado de los dogmas, y librarlos de la manera de hablar tradicional ya en
la Iglesia y de los conceptos filosóficos usados por los doctores católicos, a
fin de volver, en la exposición de la doctrina católica, a las expresiones
empleadas por la Sagrada Escritura y por los Santos Padres. Esperan que así el
dogma, despojado de elementos que llaman extrínsecos a la Revelación Divina, se
pueda comparar fructuosamente con las opiniones dogmáticas de los que están
separados de la unidad de la Iglesia, y por este camino se llegue poco a poco a
la asimilación del dogma católico con las opiniones de los disidentes.
15. – Reduciendo
la doctrina católica a tales condiciones, creen que se abre también el camino
para obtener, según lo exigen las necesidades modernas, que el dogma sea
formulado con las categorías de la filosofía moderna, ya se trate del
inmanentismo o del idealismo o del existencialismo o de cualquier otro sistema.
Algunos más audaces afirman que esto se puede y se debe hacer también por la
siguiente razón: porque, según ellos, los misterios de la fe nunca se pueden
significar con conceptos completamente verdaderos, mas sólo con conceptos
aproximativos y que continuamente cambian, por medio de los cuales la verdad se
indica, sí en cierta manera, pero también necesariamente se desfigura. Por eso
no piensan ser absurdo, sino antes creen ser del todo necesario, que la teología,
según los diversos sistemas filosóficos que en el decurso del tiempo le sirven
de instrumentos, vaya sustituyendo los antiguos conceptos por otros nuevos; de
suerte que en maneras diversas y hasta cierto punto aun opuestas, pero, según
ellos, equivalentes, haga humanas aquellas verdades divinas. Añaden que la
historia de los dogmas consiste en exponer las varias formas que sucesivamente
ha ido tomando la verdad revelada, según las varias doctrinas y opiniones que a
través de los siglos han ido apareciendo.
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