ERRORES
MODERNOS.
(Encíclica “Humani
Generis”)
Pío XII
23. – Volviendo a las nuevas teorías de
que tratamos antes, algunos proponen o insinúan en los ánimos muchas opiniones
que disminuyen la autoridad divina de la Sagrada Escritura. Pues se atreven a
adulterar el sentido de las palabras con que el Concilio Vaticano define que
Dios es el autor de la Sagrada Escritura, y renuevan una teoría ya muchas veces
condenada, según la cual la inerrancia de la Sagrada Escritura se extiende sólo
a los textos que tratan de Dios mismo o de la religión o de la moral. Más aún,
sin razón hablan de un sentido humano de la Biblia, bajo el cual se oculta el
sentido divino, que es, según ellos, el solo infalible. En la interpretación de
la Sagrada Escritura no quieren tener en cuenta la analogía de la fe ni la
tradición de la Iglesia; de manera que la doctrina de los Santos Padres y del Sagrado
Magisterio debe ser conmesurada con la de las Sagradas Escrituras, explicadas
por los exégetas de modo meramente humano; más bien la mente de la Iglesia, que
ha sido constituída por Nuestro Señor Jesucristo custodio e intérprete de todo
el depósito de las verdades reveladas.
24. – Además, el sentido literal de la
Sagrada Escritura y su exposición, que tantos y tan eximios exégetas, bajo la
vigilancia de la Iglesia, han elaborado, deben ceder el puesto, según las
falsas opiniones de éstos, a una nueva exégesis, que llaman simbólica o
espiritual; con la cual los libros del Antiguo Testamento, que actualmente en
la Iglesia son una fuente cerrada y oculta, se abrirían finalmente para todos.
De esta manera, afirman, desaparecen todas las dificultades, que solamente
encuentran los que se atienen al sentido literal de las Escrituras.
25. – Todos ven cuánto se aparten estas
opiniones de los principios y normas hermenéuticas justamente establecidos por Nuestro
Predecesor de feliz memoria León XIII, en la Encíclica Povidentissimus, y Benedicto XV, en la Encíclica Spiritus Paraclitus, y también por Nos
mismo, en la Encíclica Divino afflante
Spiritu.
26. – Y no hay que admirarse de que estas
novedades hayan producido frutos venenosos en casi todos los tratados de la
teología. Se pone en duda si la razón humana, sin ayuda de la Divina Revelación
y de la Divina Gracia, pueden demostrar la existencia de un Dios personal con
argumentos deducidos de las cosas creada; se niega que el mundo haya tenido
principio, y se afirma que la creación del mundo es necesaria, pues procede de
la necesaria liberalidad del Amor Divino; se niega asimismo a Dios la presencia
Eterna e inefable de las acciones libres de los hombres: opiniones todas
contrarias a las declaraciones del Concilio Vaticano.
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