DIDACHÉ
O
LA
DOCTRINA DE LOS DOCE APÓSTOLES
Y
CARTAS
DE SAN CLEMENTE ROMANO
DOCTRINA DE LOS DOCE
APÓSTOLES
DOCTRINA DEL SEÑOR A LAS NACIONES POR MEDIO DE LOS
DOCTRINA DEL SEÑOR A LAS NACIONES POR MEDIO DE LOS
DOCE APÓSTOLES.
Los
dos caminos Dos caminos hay, uno de la vida y otros de la muerte; pero
grande es la diferencia que hay entre estos dos caminos (I).
Camino
de la vida. Ahora bien, el
camino de la vida es éste:
En primer lugar, amarás a Dios que te ha creado; y, en
segundo lugar, a tu prójimo, como a ti mismo.
Y todo aquello que no quieras que se haga contigo,
no lo hagas tú tampoco a otro (2).
(I)
La alegoría de los dos caminos no es original del autor de
la didaché, pero tampoco creo que se pueda señalar una fuente literaria de
donde se haya tomado directamente, pues se trata de una de las más elementales
metáforas de la mente humana. De ahí que se encuentre como base de instrucción
moral en todas las grandes religiones. Los griegos la conocen desde Hesíodo:
“La maldad puede cualquiera tomarla, aun a montones, pues su camino es llano, y
está cerca de nosotros; frente a la virtud, en cambio, los dioses inmortales
pusieron el sudor, pues la senda que a ella conduce es larga y empinada y
difícil en sus comienzos; más una vez que se llega a la cima, se hace fácil en
adelante, aunque así sea difícil.” (Los trabajos y los días, v. 287-292).
Versos famosícimos que luego se citan constantemente en la literatura griega,
Sócrates mismo se edificó en ellos. Los sofistas desarrollan el tema de
Hércules en el cruce de caminos; cf. Jenofonte, Memorabilia Socratis, libro II,
c.I. 21. El autor de la Didaché no tenía por que ir a tan remotas y, para él,
ciertamente incógnitas regiones literarias, cuando tenía la misma imagen en el
Evangelio (Mt. VII, 13-15). En el Antiguo testamento es también frecuente.
Sobre esta imagen, aperte de la bellísima alegoría del árbol junto a las aguas,
se funda el Salmo I, fundamento, a su vez, de todo el Salterio.
(2)
El hecho de que
Didaché ponga desde el primer momento el amor de Dios y del prójimo como
fundamento de la vida cristiana, es marca y sello de su esencia evangélica. La
promulgación definitiva del primero y máximo mandamiento, su enlace esencial
con el segundo –“el segundo es semejante al primero”-, el haber colgado, como
de áurea anilla, de esos dos mandamientos toda la ley y los profetas, se deben
áurea y exclusivamente al Maestro Divino. Juntamente con el doble concepto del
amor de Dios y del prójimo, se consigna la “regla de oro” de los estoicos
posteriores; “Todo lo que no quieras que se haga contigo no lo hagas tú a los
otros.” La regla está ya formulada en Tobías IV, 16, y el Señor, la ratificó en
el sermón de la montaña, dándole forma positiva: Así, pues, todo aquello que
vosotros queréis que os hagan los hombres, hacedlo también vosotros a ellos.
Porque ésta es la ley y los profetas.” Mat. VII, 12, cf. Luc. VI, 31.
VERSIÓN Y
NOTAS
POR EL
RVDO. P.
DANIEL RUIZ BUENO C. M. E.
Catedrático
de Lengua Griega.
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