martes, 7 de enero de 2014

La Fe (cont).

V.- DIVISIÓN DE LA FE.


Para que no entremos en confusión cuando hablamos de la Fe como virtud Teologal o Fe como el contenido que ha de creerse mediante la virtud Teologal, hagamos esta breve pero útil división:

Llamamos Fe Objetiva a la Doctrina que hay que creer, ejemplo: La presencia Real de Cristo en la Eucaristía; la Encarnación del Verbo Divino en el vientre Virginal de María Santísima; la Consagración del pan y del vino en el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, etc. etc.

Decimos Fe Subjetiva a la luz o conocimiento sobrenatural que ilustra al entendimiento para que acepte la Fe Objetiva.

Denominamos Fe Divina, cuando tomamos en cuenta que se acepta la verdad revelada por el testimonio de Dios Perfectísimo que ni se equivoca, ni se engaña, ni engaña.

Y nombramos a la Fe, humana, cuando cualquier verdad profana se acepta por testimonio y autoridad humana.

Lo que se conoce por la propia experiencia no es Fe sino ciencia.


VI.- ELEMENTOS DE LA FE.


Entendemos por elementos de la Fe aquellas partes constitutivas de la Fe, aquello que conforma su estructura y son: Objeto material, objeto formal, motivo y medio.

Objeto Material de la Fe es aquello que creemos, por ejemplo: el extraordinario y embelesador Misterio de la Santísima Trinidad, el Dogma de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María, la Presencia Real de Jesucristo en la Sagrada Eucaristía, el Misterio de la Transubstanciación ...; en una palabra, toda la Divina Revelación cuyas Fuentes son la Sagrada Escritura y la Tradición Apostólica.

Objeto Formal de la Fe: es el mismo Dios, que es quien revela.

Motivo de la Fe es la perfección, sabiduría, veracidad, perennidad, inmutabilidad de Dios, que no puede engañarse ni engañarnos.

Medio de la Fe es el camino por donde nos llega la Revelación de Dios, que es la Santa Madre Iglesia, sea por la forma solemne del Magisterio Eclesiástico, sea por la enseñanza común.



VII- PROPIEDADES DE LA FE.


Propiedades de la Fe son sus atributos o cualidades y pueden ser Objetivas y Subjetivas.

Objetivas, cuando se refieren al objeto que en este caso es la misma Fe; y Subjetivas, cuando corresponden al sujeto que es quien posee y ejerce la Fe.

Propiedades Objetivas de la Fe: Sobrenatural, Cierta, Obscura e Infalible.

Es Sobrenatural por su principio, pues siendo la Fe una Virtud Teologal es regalada por Dios al hombre, la cual se acrecienta con medios sobrenaturales: es Sobrenatural por su objeto material, el cual está, constituido por todo el conjunto de verdades, leyes y culto revelados por el mismo Dios; es Sobrenatural por su objeto formal, porque es la Autoridad: de Dios, infinito en toda perfección, quien avala la Fe considerando que Dios, por tanto, no puede engañarse ni engañarnos y es Sobrenatural por el fin; ya que el fin de la Fe es que el hombre logre la vida de la Gracia; glorifique a Dios y pueda gozarlo eternamente.

La Fe es Cierta porque descansa en la autoridad de Dios que es infinito, perfecto, inmutable, sapientísimo.

La Fe es Obscura en razón de su objeto, porque la mayoría de las verdades escapan al razonamiento: "El acto de fe es esencialmente obscuro, porque es un asentimiento intelectual sin evidencia: no vemos con claridad como cuando comprendemos que dos y dos son cuatro, o cuando se nos ofrece un acerto científico" (Catecismo Romano). Sin embargo cuando humilde y voluntariamente sujetamos la razón a la Fe, parece dejar su obscuridad y trascender hacia la luz; y así, en la medida que el hombre acrecienta su Fe, en esa medida se ilumina aún en la misma obscuridad Infalible es la Fe pues no puede equivocarse. La Omnisciencia y veracidad de Dios nos garantiza la infalibilidad, que se hace efectiva en las enseñanzas de la Iglesia por su Magisterio Infalible.

Las Propiedades Subjetivas de la Fe se expresan así: Gratuita, Firme y Razonable, Libre y Meritoria y, Sumisa y Universal.

Gratuita es la Fe; ya que la naturaleza del hombre es racional y el Don de la Fe hace que se eleve de una vida natural a una vida sobrenatural, y esa elevación que Dios hace del hombre es un regalo que el hombre no merece.

Firme y Razonable es la Fe: firme, pues descansa en Dios y en su Palabra y nada hay que nos libre de vacilaciones como la autoridad divina que no puede equivocarse ni engañarse ni engañamos. Razonable, porque el entendimiento acepta naturalmente que es la Fe quien lo conduce a lo sobrenatural, y porqué el mismo entendimiento comprende que Dios le expresa la verdad plena y donde la razón descansa con mayor paz y confianza, porque es la Verdad misma quien revela la verdad. "La Fe descansa en sólidos fundamentos y los que la tachan de irracional, lo hacen por orgullo, ignorancia, sensualidad, y porque sus pasiones los mueven a buscar pretextos para alejarse de ello" (Faria).

Sumisa y universal. El que la Fe sea sumisa no quiere decir que es impuesta, y que, por tanto, no pueda ser ilustrada y libre, como anteriormente vimos. Pero no es posible comprender en absoluto todo lo divino, no porque en sí no sea comprensible, sino porque somos nosotros los incapaces de penetrar lo infinito. Vano sería el esfuerzo humano, y peor aún la curiosidad. El Espíritu Santo nos advierte: "En cosas que rebasan tus fuerzas no te obstines, pues se te ha revelado más de lo que puedes abarcar; ciertamente, a muchos ha engañado su pensamiento, y las malas cavilaciones engañan." (Eclco. III-23-24).

Por ser Infalible es Universal, pues se extiende a todas las verdades que la Iglesia propone. Todas las verdades descansan en un solo motivo: la Autoridad de Dios, certificada por la Iglesia. Basta, pues, negar una sola verdad para desconocer el fundamento en que descansan todas.

La Fe es libre y meritoria. Tenemos libertad física para admitir las verdades reveladas, pero no tenemos libertad moral, es decir, derecho de hacerla. Un hombre mata o roba; puede hacerla, pero no debe hacerla, porque no tiene libertad moral para realizar esas acciones. Es la libertad física la que, pudiendo admitir o no el contenido de la Revelación Divina, prueba que la fe es libre. El hombre (alma y cuerpo substancialmente unidos), cuando opera en estado de Gracia, no separa lo sobrenatural de su humana naturaleza; Fe y Gracia trabajan en el hombre y con el hombre íntegro, completo, elevado al orden sobrenatural: "la Gracia no destruye a la naturaleza, sino que la perfecciona".

Por esto, su elevación a lo sobrenatural por la Gracia, no le quita su libertad, pues violaría esencialmente su naturaleza; tampoco abandona su libertad cuando hace un acto de fe sostenido por la Gracia.

Y de este operar libre en estado de Gracia, se deriva el mérito; por cuanto líbremente ha elegido la Fe cuando pudo elegir el camino contrario; sometióse a la Autoridad Divina, y en eso consiste su mérito y su grandeza.

La grandeza del hombre, su sabiduría y su poder estriban en el humilde acto de Fe. Seamos almas de Fe.


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