sábado, 26 de noviembre de 2016

"Descubrir los engaños del enemigo y Errores contra la santidad del matrimonio"




EL MATRIMONIO CRISTIANO.
CASTI CONNUBII
Pío XI, 31 de diciembre de 1930.


















DESCUBRIR LOS ENGAÑOS DEL ENEMIGO.
        48.- Y porque, para evitar los engaños del enemigo, es menester antes descubrirlos, y ayudan mucho mostrar a los incautos sus argucias, aun cuando más quisiéramos no mencionar tales iniquidades “Como conviene a los Santos” sin embargo, por el bien y salvación de las almas, no podemos pasarlas en silencio.

COMENTARIO

Actualmente y, ya desde hace tiempo, se pregonan muchos errores contra el matrimonio y la familia, pero, desgraciadamente, no escuchamos voces ni las de aquellos que están obligados, que ilustren al pueblo combatiendo tales errores.


ERRORES CONTRA LA SANTIDAD DEL MATRIMONIO.

49. – Para comenzar, pues, por el origen de estos males, su principal raíz está en que, según vociferan sus retractores, el matrimonio no ha sido instituido por el autor de la naturaleza, ni elevado por Cristo Nuestro Señor a la dignidad se sacramento verdadero, sino que es invención de los hombres. Otros aseguran que nada descubren en la Naturaleza y en sus Leyes, sino que sólo encuentran la facultad de engendrar la vida y un impulso vehemente de saciarla de cualquier manera; otros, por el contrario, reconocen que se encuentran en la naturaleza del hombre ciertos comienzos y como gérmenes de verdadera unión matrimonial, en cuanto que, de no unirse los hombres con cierto vinculo estable, no se habría provisto suficientemente a la dignidad de los cónyuges ni al fin natural de la propagación y educación de la prole. Añaden, sin embargo, que el matrimonio mismo, puesto que sobrepasa estos gérmenes es por el concurso de varias causas, pura invención de la mente humana, pura institución de la voluntad de los hombres.

COMENTARIO

“El matrimonio en el designio del Creador: Los dos relatos de la creación terminan con una escena que funda la Institución del Matrimonio. La intención Divina se explica en estos términos: “No es bueno que el hombre este solo, voy a darle una ayuda que le sea apropiada (Gén. II,18). El hombre es superior a todos los animales (Gén. II 19s.), no podría hallar esta ayuda sino en la que es “carne de su carne” y “hueso de sus huesos” (Gén. II, 21ss). Ésta la creo Dios para él; por eso el hombre, dejando padre y madre, se adhiere a ella por el amor y los dos vienen a ser “una sola carne” (Gén. II,24)”.

“Dios asume en nombre de la alianza los preceptos que regula el matrimonio (Lev. XVII) el Decálogo, Ley fundamental de Israel, garantiza la santidad del matrimonio (Éx. XX,14; Prov. II,17). Después del exilio, el libro de Tobías da una visión altamente espiritual del hogar preparado por Dios (Tob. III,16), fundado bajo su mirada en la fe y en la oración (VII,11; VIII,4-9), según el modelo que trazaba el Génesis (VII,6; cf. Gén. II,19), guardado por la fidelidad cotidiana a la ley (XIV,1. 8-13), el ideal bíblico del matrimonio, llegado a este nivel supera las imperfecciones que había sancionado provisionalmente la Ley Mosaica”.

“N.T. la concepción del matrimonio en el N.T. está inspirada en la paradoja misma de la vida de Jesús: “Nacido de mujer” (Gál. IV,4; cf. Luc. XI,27), por su vida de Nazaret consagra la familia tal como había sido preparado por todo el A.T.; sin embargo, nacido de Madre Virgen, viviendo Él mismo en virginidad, da testimonio que la virginidad es superior al matrimonio”.

“El matrimonio elevado por Cristo a Sacramento”.

“Jesús no se contenta con devolver la institución del matrimonio a la perfección primitiva que había empañado el pecado. Le da un fundamento nuevo, que le confiere su significación religiosa en el Reino de Dios. Por la Nueva Alianza que funda en su propia sangre (Mt. XXVI,28), viene a ser Él mismo, el Esposo de la Iglesia. Así para los cristianos, templos del Espíritu Santo, desde el bautismo (I Cor. VI, 19), el matrimonio es “un gran misterio en relación con Cristo y la Iglesia” (Efe. V,32). La sumisión de la Iglesia a Cristo y el amor de Cristo a la Iglesia a la que salvó entregándose por ella, son así la regla viva que deben imitar los esposos; esto les será posible puesto que la Gracia de la Redención alcanza a su mismo amor asignándole su ideal (Efe. V,21-33)” (X. Léon-Dufour).

Cuando el enemigo pueda confirmar sus errores sobre el matrimonio y nos presente las pruebas que la Iglesia exhibe y sostiene, podríamos creerle, pero, eso es imposible, pues no hay dos verdades sobre una sola cosa; así que los que refutan son necios y hablan a los incautos, desprevenidos o de mala fe…  


Sor Clotilde

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