EL MATRIMONIO CRISTIANO.
CASTI CONNUBII
Pío XI, 31 de diciembre de 1930.
REALIZAR LA SIGNIFICACIÓN MÍSTICA DEL
MATRIMONIO.
42. – Los mismos cónyuges, no ya constreñidos, sino
adornados; no ya impedidos, sino concentrados por el lazo de oro del
Sacramento, deben procurar resueltamente que su unión conyugal, no sólo por la
fuerza y la significación del Sacramento, sino también por la mutua avenencia y
las costumbres de su vida, sea siempre imagen y permanezca ésta viva de aquella
fecundísima unión de Cristo con su Iglesia, que es, en verdad, el misterio de
la perfecta caridad.
SABIDURÍA Y SANTIDAD DE DIOS, AL INSTITUIR
ESTE SACRAMENTO.
43. – Todo lo cual, venerables hermanos, si ponderamos
atentamente y con viva Fe, si iluminamos con la debida luz los eximios bienes
del matrimonio, o sean; la prole, la Fe y el Sacramento, no podremos menos de
admirar la Sabiduría, la Santidad y la Benignidad de Dios, que tan copiosamente
proveyó así a la dignidad y felicidad de los cónyuges como a la conservación y
propagación del género humano, susceptible tan sólo de procurarse con el Casto
y Sagrado consorcio del Pacto Nupcial.
COMENTARIO
Terminados los tres Eximios Bienes del
matrimonio como son: los hijos, la Fidelidad conyugal y el Sacramento,
consideramos que para las almas bien dispuestas y con grandes anhelos, servirá
esta exposición del Santo Padre Pío XI para rectificar su matrimonio, para iniciar
santamente la unión Sacramental o para pedir a Dios, en el ocaso de la unión
Sacramental, perdón por no haber vivido, con intensidad, la verdadera esencia
del matrimonio y degradarla a una simple unión sexual.
Tomando en cuenta estos Bienes, el Matrimonio
se eleva a la santidad, considerando, como anteriormente dijimos, que su unión
es comparable a la de Cristo con su Iglesia.
II
LOS ATAQUE A LA INSTITUCIÓN CONYUGAL
MOTIVO DE DOLOR
44. – Al ponderar la excelencia del casto matrimonio,
venerables hermanos, se nos ofrece mayor motivo de dolor por ver a esta divina
institución tantas veces despreciada y en diversas partes hollada, sobre todo
en nuestros días.
PROFANACIÓN DE LA SANTIDAD DEL MATRIMONIO
45. – No es ya de un modo solapado ni en la oscuridad, sino
que también en público, depuesto todo sentimiento de pudor, lo mismo en viva
voz que por escrito, ya en la escena con representaciones de todo género, ya
por medio de novelas, de cuentos amatorios y comedias, del cinematógrafo, de
discursos radiados, en fin, de todos los inventos de la ciencia moderna, se
conculca y se pone en ridículo la santidad del matrimonio, mientras que los
divorcios, los adulterios y los vicios más torpes son ensalzados o al menos
vestidos de tales colores que aparecen libres de toda culpa y de toda infamia.
Ni faltan libros, los cuales no se avergüenzan de llamarse científicos, pero
que en realidad muchas veces no tienen sino cierto barniz de ciencia, con el cual
hallan camino más fácil para insinuar sus errores. Las doctrinas que en ellos
se defienden se ponderan como portentos del ingenio moderno, de un ingenio “emancipado”
de ciertas prejuzgadas opiniones de los antiguos, entre las cuales ponen la
Doctrina Tradicional cristiana del matrimonio.
COMENTARIO
Ahora sólo voy a hacer notar que esta Encíclica de su
Santidad Pío XI, fue escrita y expuesta al pueblo católico en diciembre del año
1930, hace jústamente ochenta y seis años, suponemos que se dirigía especialmente
a Europa a una Europa ya muy corrompida. Para entonces América aún guardaba, en
gran parte, los valores humanos y cristianos. Ya en 1930 indudablemente, que
había grandes pecados en la América hispana, pero eran eso, pecados; no una institución
de la inmoralidad. Pasados esos años ya citados, el Continente Americano está a
la par en degradación moral, degeneración de costumbres, de valores, incluyendo
los Valores Religiosos. Advirtiendo que ahora le queda pequeño 1930 al 2016,
pues la gran imaginación del hombre no tiene límite para la perversidad. En
cuanto a los países que se iniciaron primero en el rompimiento de toda ley,
actualmente sólo nos llevan ventaja en tiempo, pues México y todo América están
a la par.
Sor Clotilde
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