ENCÍCLICA
“MORTALIUM ANIMOS”
DEL PAPA PÍO XI
(Acerca de cómo se ha de fomentar la
verdadera Unidad Religiosa)
6 DE ENERO DE 1928.
18. LLAMAMIENTO A LAS SECTAS DISIDENTES.
Vuelvan, pues, a la Sede
Apostólica, asentada en esta ciudad de Roma, que consagraron con su sangre los
Príncipes de los Apóstoles SAN PEDRO y SAN PABLO, a la Sede raíz y matriz de la
Iglesia Católica; vuelvan los hijos disidentes, no ya con el deseo y la
esperanza de que la Iglesia de Dios vivo, la columna y el sostén de la verdad abdique
de la integridad de su Fe, y consienta los errores de ellos, sino para
someterse al magisterio y al gobierno de ella. Pluguiese al Cielo alcanzásemos
felizmente Nos, lo que no alcanzaron tantos predecesores Nuestros: el poder
abrazar con paternales entrañas a los hijos que tanto nos duele ver separados
de Nos por una funesta división.
PLEGARIA A CRISTO Y A MARÍA. Y ojalá Nuestro Divino Salvador, el cual quiere que todos los hombres se salven y vengan al conocimiento
de la verdad, oiga Nuestras ardientes oraciones para que se digne llamar a
la unidad de la Iglesia a cuantos están separados de ella.
Con este fin, sin duda
importantísimo, invocamos y queremos que se invoque la intercesión de la Bienaventurada
Virgen MARÍA, Madre de la Divina Gracia, debeladora de todas las herejías y
Auxilio de los cristianos, para que cuanto antes nos alcance la gracia de ver
alborear el deseadísimo día en que todos los hombres oigan la voz de su divino
Hijo, y conserven la unidad del Espíritu
Santo con el vínculo de la paz.
19. CONCLUSIÓN Y BENDICIÓN APOSTÓLICA.
Bien comprendéis, Venerables Hermanos, cuánto deseamos Nos este retorno,
y cuánto anhelamos que así lo sepan todos Nuestros hijos, no solamente los católicos,
sino también los disidentes de Nos; los cuales, si imploran humildemente las
luces del cielo, reconocerán, sin duda, a la Verdadera Iglesia de Cristo, y
entrarán, por fin, en su seno, unidos con Nos en perfecta caridad. En espera de
tal suceso, y como prenda y auspicio de los divinos favores, y testimonio de
Nuestra paternal benevolencia, a vosotros, Venerables Hermanos, y a vuestro
Clero y pueblo, os concedemos de todo corazón la Apostólica Bendición.
Dado en San Pedro de Roma el día 6 de Enero, fiesta de la Epifanía de
Nuestro Señor Jesucristo, el año 1928, sexto de Nuestro Pontificado.
PÍO PAPA XI.
FIN
Sor Clotilde
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