miércoles, 16 de octubre de 2013

Padre nuestro (cont).

3a.- "Hágase tu Voluntad así en la Tierra como en el Cielo". Entre todos los seres creados por Dios, encontramos que el más reacio al cumplimiento de la voluntad divina es el hombre. Los astros, el mar, los ríos, los vegetales, los animales todos siguen las leyes propias de su naturaleza puesta por Dios. En cambio: el hombre, dotado de libre albedrío y debilitado desgraciadamente por el Pecado  Original, constantemente vive haciendo su propia voluntad sin Identificarla con la divina.

¡Y pensar que el secreto absoluto e irrefutable de la felicidad verdadera, en esta vida, y después en la otra, esta en identificar nuestra voluntad con la de Dios! Y es que, reflexionando con Fe y con Lógica, encuentra uno que está en nuestra naturaleza de hombres y de cristianos la urgente necesidad de que nuestra voluntad elija, trabaje y se perfeccione en armonía con la Voluntad de Dios. No es una idea simplemente piadosa o impuesta por la fe sino una verdad concebida de la real necesidad que existe vivir en combinación y voluntariamente dependiente de la Voluntad de Dios. Y conste, que esto no es una forma de hablar, sino hay en ello una lógica absoluta fundamentada en la Fe que nos muestra la Naturaleza de Dios y la naturaleza del hombre, la Historia de Dios y la historia del hombre.

Al pedir que hagamos su voluntad, le estamos pidiendo, al mismo tiempo, conocería y amaría.

Encontramos la Voluntad de Dios en los Mandamientos de su Ley: "si quieres entrar en la Vida Eterna, guarda los Mandamientos". (Mat. XIX-17). En los Mandamientos de la Santa Iglesia: "El que a vosotros oye a mi me oye". (Luc. X-16). En la voz de los legítimos superiores que representan a Dios: Toda alma está sometida a las potestades superiores". (Rom. XIII·1). En las Inspiraciones Divinas, en ciertas circunstancias infranqueables y en otras suavemente encontradas, en el confesor y en otras tantas cosas que Dios quiere veamos con Fe y realicemos. Indudablemente que el alma que cumple con la Ley de Dios y de su Iglesia verá con claridad todos los otros mandatos a veces un poco confusos, mas todo será confuso para aquel que no busca la Voluntad de Dios, sino su voluntad propia y la de otros convenencieramente o por pasión.

Hoy, no sólo se prescinde de investigar en las cosas oscuras cuál es la voluntad de Dios mediante la consulta y la oración; no sólo se despreocupa el hombre de saber cuál es esa Voluntad e incluso de no cumplirla claramente manifestada como son los Mandamientos, la Ley Natural y la conciencia; sino que abiertamente se se rebela contra la clara y manifiesta Voluntad de Dios.

"Así en la Tierra como en el Cielo": palabras complementarias de la Tercera petición. En el Cielo siempre y de manera perfecta se cumple la voluntad de Dios; por eso decimos en la Tierra como en el Cielo"; es decir: con la perfección con que en el Cielo se cumple tu voluntad, queremos que se cumpla en la Tierra. Sin embargo los Santos Padres nos dan las siguientes interpretaciones de cielo y tierra lo cual nos regala un campo más amplio para reflexionar y pedir: Cielo es la Iglesia, Cielo es la parte superior de nuestras almas, cielo la paz y sujeción de buenos y malos que seguirá al juicio final, Cielo y es su verdadero sentido, pues la Fe nos lo enseñado siempre, donde están los bienaventurados y santos del Cielo. Y Tierra la parte inferior de nuestra alma; tierra la resistencia que hace el mundo al bien y a los buenos; tierra el lugar donde habitamos. Quiero advertir que el significado que dan los Santos Padres a Cielo y Tierra es conclusión sacada de la exégesis que hacen del Padre Nuestro, mejor dicho, de estas palabras del Padre Nuestro. De ninguna manera vaya a creerse literalmente que todo eso es Cielo y que todo eso es tierra.

Los Ángeles hacen la Voluntad de Dios, toda entera, con perseverancia y fidelidad, con amor y alegría, con celo y prontitud en el momento señalado.


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