Una vez meditadas las primeras palabras del Padre Nuestro y que son nuestra introducción, reflexionaremos, ahora, las Siete Peticiones.
Las tres que pertenecen al honor de Dios
1a.- "Santificado sea tu Nombre": pedimos que sea conocido, alabado, glorificado. Que los infieles sean atraídos al conocimiento y amor del verdadero Dios, que los gentiles abracen la verdadera Religión; que los herejes, movidos por la Gracia, depongan con humildad sus errores; que los apostatas se muevan a volver al seno de la Santa Iglesia; que los Cismáticos abjuren de sus errores y vuelvan a ser con la Iglesia de Cristo un solo corazón y una sola alma, y así todos juntos alaben y bendigan el Nombre del Señor: "Glorificaré a quien
me haya glorificado". (I Reyes II-30).
"Santificado sea tu Nombre": pedir, con ardiente deseo, que se extinga la impiedad de nuestros tiempos: que los pseudo-cristianos, que se dicen buenos cristianos y que en su abundante ignorancia y falso criterio viven, no confiándose al Padre, sino midiéndose con el Padre olvidando que "al nombre de JESÚS se doble toda rodilla" (Filip. II-10). Tratan a Dios y a su Nombre con vulgar e impía írrespetuosídad justificándose con su madurez de cristianos. Cantan a Dios cosas no sólo profanas, sino hasta paganas, y asisten con criterio de la época a ver obras como "Jesucristo super-Estrella", "Jesucristo Payaso", etc. y admiten la idea de un Cristo comunista, de un Cristo guerrillero, de un Cristo revolucionario. Que este tipo de cristianillos de los dos sexos, de todas las edades y condiciones reflexionen y vuelvan al verdadero Cristo y destruyan su falso cristo que se han forjado por ignorancia o conveniencia. No quiero dejar este párrafo, sin dejar como un bello testimonio este ejemplo de un niño. Acaeció que discutía yo con unos Padres de familia sobre el Comunismo y los pobrecitos por su ignorancia y dependencia de las masas, sostenían que Jesucristo había sido el primer comunista; mientras tanto, un niño de escasos seis años, nos escuchaba aparentemente distraído, de pronto toma la palabra y dice: "Jesucristo no puede ser comunista; porque Jesucristo es Dios y el comunismo no cree en Dios". Fue verdaderamente la intervención del niño, providencial; pues los Padres, ante esa reflexión sencilla, pero profunda de su pequeño hijo, quedaron avergonzados de su superficialidad e incapacidad.
"Santificado sea tu Nombre": pedir porque los templos católicos se respeten y no sean lugar de aplausos, conciertos, brincos, desfile de modas, mercados y tantas otras cosas menos un Templo consagrado al servicio del Señor.
"Santificado sea tu Nombre": Que el ateísmo presentado en miles de facetas se extinga y con él las impiedades, sin límite, en contra del Santo Nombre de Dios.
"Santificado sea tu Nombre": Que los templos erigidos a Satanás sean destruidos.
"Santificado sea tu Nombre": Que las herejías de nuestro tiempo, tantas y tan variadas se extingan con esta bella oración.
"Santificado sea tu Nombre": que los Apóstoles del Señor, desde Nuestro Santísimo Padre el Papa, Cardenales, Obispos, Sacerdotes, Religiosos, Seminaristas y seglares, sean no solo encendidos, sino hasta quemados, con tal celo de la gloria de Dios, que trabajen sin descanso, porque Dios sea conocido, amado, alabado y glorificado. "Ahora comáis, ahora bebáis, o hagáis cualquier cosa hacedlo todo para gloria de Dios" (I Cor. X-31).
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