Mi amor y reconocimiento
a los
Ángeles de la Guarda
Ayer domingo, 2 de octubre, conmemoramos, al Santo Angel de
la Guarda. Pero, precisamente, por ser domingo, Día del Señor, no pudo introducirse
la fiesta del Angel Guardián por la honra y gloria que se da exclusiva a
nuestro Dios.
Hoy lunes, 3 de octubre, les presentamos estas antiguas y
bellas oraciones de nuestro Angel Guardián.
DEVOCIÓN AL SANTO ANGEL
DE LA GUARDA
¨ ¿Cómo podrás olvidar, alma cristiana, a tu fiel tutor,
amigo y compañero inseparable que de tantos peligros te ha preservado:
prestándote tantos y, tan eminentes servicios? ¿Quién? El Santo Angel de la
guarda¨.
El sabio doctor San Agustín en los soliloquios del alma, no
sabe cómo encarecer la divina Bondad, de Nuestro Señor, que mandó a Espíritus
tan sublimes nos guardasen en todos nuestros caminos, para que ni aún tropezásemos
con ellos. ¨Estos son, dice, los centinelas que velan en los muros de esta
nueva Jerusalén, los baluartes que la rodean y defienden. Nos aman como a
moradores de una misma ciudad, pues hemos de llenar los vacíos que dejaron sus
malos compañeros. Y, por esto, en todo tiempo y lugar se hallan con nosotros, ya
socorriendo con gran cuidado todas nuestras necesidades, ya presentando a
vuestra Majestad todas nuestras peticiones y suspiros. No se apartan de
nosotros por donde quiera que vamos, atentos grandemente a ver con qué ansia
buscamos vuestro reino; Ayudándonos cuando trabajamos: haciéndonos sombra
cuando reposamos; animándonos cuando peleamos; coronándonos cuando vencemos;
compadeciéndonos cuando padecemos por Vos. Grande es el cuidado que de nosotros
tienen, y grande el afecto con que nos aman; porque aman a los que Vos amáis,
guardando a los que Vos guardáis, desamparan a los que Vos desamparáis. Alabo
Señor, y confieso la grandeza de estos beneficios. Nos habíais dado todo lo
criado debajo del cielo, y todo os pareció poco, si no añadíais lo que está sobre
los cielos. Admirable es, Señor, vuestro nombre en toda la tierra: porque ¿qué
cosa es el hombre, que así le engrandecéis? Verdad es ciertísima que todo
vuestro regalo y entretenimiento lo tenéis puesto en los hombres¨.
Ya que tanto debes a los santos Angeles, y principalmente a
tu custodio; conságrate el martes de cada semana, y hazle el siguiente Acto de
Ofrecimiento:
ACTO DE OFRECIMIENTO AL ANGEL
CUSTODIO
Angel de Dios, que estás encargado de mi custodia desde el
primer instante hasta el último de mi vida: aunque me reconozco indigno de tus
amorosos cuidados, con todo, seguro de que me amas y tienes ardiente celo de mi
salvación, te elijo en este día en presencia de toda la corte celestial, para
que seas mi especial protector y guía. Propongo firmemente honrarte todos los
días de mi vida, seguir fielmente todos tus consejos, obedecer las órdenes que
Dios me comunique por tu ministerio, suplicándote, fidelísimo Custodio mío que
continúes dispensándome tus buenos oficios, y asistiéndome, sin cesar, con tu
poderosa intercesión. Líbrame de los lazos de Satanás mi cruel enemigo;
defiéndeme en los terribles combates con que me asalta; ilumina mi espíritu,
abrasa mi voluntad y enséñame el camino que conduce a la verdad y aleja el
error. Inclito príncipe de la Corte del Rey de reyes, ofrece mis oraciones al
Señor, e intercede para que se muestre propicio a mis súplicas: consuélame en
mis penas y, sobre todo, presérvame del pecado. Si alguna vez tuviera la
desgracia de apartarme de la senda de la virtud, vuélveme luego al buen camino
y no me abandones un solo momento pero, sobre todo, fortalece mi alma en el
terrible trance de la muerte, llevándola al cielo como la del pobre, pero
dichosísimo Lázaro, a fin de que en compañía de todos los Santos alabe y
bendiga a Dios con ellos, contigo y con toda la milicia Angélica por todos los
siglos de los siglos. Amén.
ACTO DE CONSAGRACION
AL SANTO
ANGEL CUSTODIO
Angel santo, a cuya custodia me encomendó el Altísimo desde
que me animó en las entrañas de mi madre, yo indignísimo encomendado tuyo, te
doy infinitas gracias por la solicitud, que de mi conservación tuviste hasta
que fuí reengendrado por las saludables aguas del Bautismo. Gracias te doy por
los peligros de cuerpo y alma de que me has librado en la infancia y en la juventud,
por las santas resoluciones que me has inspirado y por la amigable compañía que
siempre me has hecho. A tí, Protector mío, me encomiendo de nuevo, pues a tí me
encomendó el Señor. Tu favor invoco, pues le tengo tan experimentado.
Defiéndeme de mis enemigos visibles e invisibles, ilustrándome y
enfervorizándome. Ama a Dios con mi corazón, que desea amarle con los afectos
de tu voluntad. Amén.
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