ENCÍCLICA
“MORTALIUM ANIMOS”
DEL PAPA PÍO XI
(acerca de cómo se ha de fomentar la
verdadera unidad religiosa)
6 DE ENERO DE 1928
6. LA VERDADERA NORMA EN ESTA MATERIA. Exhortándonos,
pues, la conciencia de nuestro deber a no permitir que la Grey del Señor sea
sorprendida por perniciosas falacias, invocamos vuestro celo, Venerables
Hermanos, para evitar mal tan grave; pues confiamos que cada uno de vosotros,
por escrito y de palabra, podrá más fácilmente comunicarse con el pueblo y
hacerle entender mejor los principios y argumentos que vamos a exponer, y en
los cuales hallarán los católicos la norma de lo que deben pensar y practicar
en cuanto se refiere al intento de unir de cualquier manera en un sólo cuerpo a
todos los hombres que se llaman católicos.
COMENTARIO
En
este número seis observo que dice el Pontífice: “las perniciosas falacias”.
Ciertamente la herejía protestante y las manifestaciones de algunas falsas
religiones u organizaciones pseudo-filosóficas, son muy peligrosas por sus
errores, pero, más aún, que el mismo error, lo son las falacias usadas para
conducir y resbalar a la herejía, sea cual fuere. Hay también que hacer notar que el Papa invoca a los Obispos, para que cada uno, alrededor de su grey, se
comunique y trate de hacer comprender los principios y argumentos que el Santo
Pontífice expone.
7. SÓLO UNA RELIGIÓN
PUEDE SER VERDADERA: La Revelada por Dios, creador de todas las cosas, nos
ha creado a los hombres con el fin de que le conozcamos y le sirvamos. Tiene,
pues, Nuestro Creador perfectísimo derecho a ser servido por nosotros. Pudo
ciertamente Dios imponer para el gobierno de los hombres una sola ley, la de la
naturaleza, ley esculpida por Dios en el corazón del hombre al crearle: y pudo después
regular los progresos de esa misma ley con sólo su providencia ordinaria. Pero
en vez de ella prefirió dar Él mismo los preceptos que habíamos de obedecer; y
en el decurso de los tiempos, esto es desde los orígenes del género humano
hasta la venida y predicación de Jesucristo, enseñó por sí mismo a los hombres
los deberes que su naturaleza racional les impone para con su Creador. “Dios,
que en otro tiempo habló a nuestros padres en diferentes ocasiones de muchas
maneras, por medio de los Profetas, nos ha hablado últimamente por su Hijo
Jesucristo”. Por donde claramente se ve que ninguna religión puede ser
Verdadera fuera de aquella que se funda en la Palabra Revelada por Dios,
Revelación que, comenzada desde el principio, y continuada durante la Ley Antigua,
fue perfeccionada por Él mismo Jesucristo, con la Ley Nueva, ahora bien: Si
Dios ha hablado -y que haya hablado lo comprueba la historia- es evidente que
el hombre está obligado a creer absolutamente en la Revelación de Dios, y a
obedecer totalmente sus preceptos. Y con el fin de que cumpliésemos bien lo uno
y lo otro, para gloria de Dios y Salvación nuestra el Hijo Unigénito de Dios
fundó en la tierra su Iglesia.
COMENTARIO
El
fundamento de este gran párrafo de la Encíclica “Mortalium Animos”, es que Dios
perfectísimo, veraz por esencia, no pudo haber enseñado dos Doctrinas
diferentes, dos morales distintas, dos cultos separados. Dios enseñó, desde
siempre, una sola Religión y dio al hombre una naturaleza conforme a esa misma
Religión, fortaleciendo su naturaleza con una Ley Positiva – los Mandamientos
de la Ley de Dios- que diera fuerza, razón de ser a su Ley Natural. Posteriormente
llegó Jesucristo y, aunque se diga y se hable de una nueva ley, es nueva por las
circunstancias de proclamar una Religión, que no pertenecerá ya sólo a los
judíos; sino que será universal para todos los hombres y para todos los tiempos.
Además, ahora hay que suplir y adaptar la Religión a una elevación mayor:
“Dios, que en otro tiempo habló a nuestros padres en diferentes ocasiones y de
muchas maneras por medio de los Profetas, nos ha hablado últimamente por su
Hijo Jesucristo”. Así que la Única Religión Verdadera, es la que se funda en la
Palabra Revelada por Dios: Revelación que se inicia desde el principio y sigue por
siempre hasta que llega Jesucristo. Advirtiendo que, esencialmente, desde el
principio hasta el momento presente, es la misma Religión, pues, Jesucristo es
Dios y no podía negar, como Dios, la Religión proclamada desde el amanecer del
hombre. Por ello los judíos, quienes no creen en Jesucristo, tampoco practican
la verdadera Religión, sino sólo una parte de ella.
8. LA ÚNICA RELIGIÓN
REVELADA ES LA DE LA IGLESIA CATÓLICA. Así pues, los que se proclaman
cristianos es imposible que no crean que Cristo fundó su Iglesia, y
precisamente Una Sola. Más, sí se pregunta cuál es esa Iglesia conforme a la Voluntad
de su Fundador, en esto ya no convienen todos. Muchos de ellos, por ejemplo, niegan
que la Iglesia de Cristo haya de ser visible, a lo menos en el sentido de que
deba mostrarse como un sólo Cuerpo de fieles, concordes en una misma Doctrina y
bajo un sólo Magisterio y Gobierno. Estos tales entienden que la Iglesia Visible
no es más que la alianza de varias comunidades cristianas, aunque las doctrinas
de cada una de ellas sean distintas.
SOCIEDAD PERFECTA
EXTERNA Y VISIBLE. Pero es lo cierto que
Cristo Nuestro Señor instituyó su Iglesia como sociedad perfecta externa y
visible por su propia naturaleza, a fin de que prosiguiese realizando, de allí
en adelante, la Obra de la salvación del género humano bajó la guía de una sola
Cabeza con Magisterio de viva voz y por medio de la administración de los
Sacramentos, fuente de la Gracia Divina; por eso en sus parábolas afirmó que
era semejante a un reino, a una casa, a un aprisco y a una grey. Esta Iglesia,
tan maravillosamente fundada, no podía ciertamente cesar ni extinguirse,
muertos, su fundador y los apóstoles que en un principio la propagaron puesto
que a Ella se le había confiado el mandato de conducir a la Eterna Salvación a
todos los hombres, sin excepción del lugar ni del tiempo: “Id, pues, instruir a
todas las naciones”. Y en el cumplimiento continuo de este oficio, acaso
faltara la Iglesia el valor ni la eficacia, hallándose perpetuamente asistida
con la presencia del mismo Cristo, que solemnemente le prometió: “He aquí que
Yo estaré siempre con vosotros, hasta la consumación de los siglos”. Por tanto,
la Iglesia de Cristo no sólo ha de existir necesariamente hoy, mañana y
siempre, sino también ha de ser exactamente la misma que fue en los tiempos
Apostólicos, sino queremos decir -y de ello estamos muy lejos- que Cristo
Nuestro Señor no ha cumplido su propósito, o se engañó cuando dijo que las
puestas del infierno no habían de prevalecer contra ella.
COMENTARIO
Iniciamos con la conclusión citada en el número siete, “Que la Única Religión Revelada es
la de la Iglesia Católica y, que la Iglesia Católica es una sociedad perfecta
externa y visible”. Dice Schumacher, “Que la Esencia del Cristianismo es la Vida
de la Gracia” y los que están fuera de la Iglesia Católica, así como las demás
sociedades o sectas no creen en la vida de la Gracia; por tanto, no pueden
pertenecer a una Iglesia cuya vida esencial es la Gracia. Niegan el Santo Sacrificio
de la Misa, que es, justamente, donde el Autor de la Gracia renueva su
Sacrificio, baja al Altar y alimenta espiritualmente a los fieles católicos. No
reconocen los Sacramentos, que son fuente de la Gracia Divina. En todo este
entorno está la Doctrina Católica, está el Credo que nos expresa los mayores
Misterios, entre otros, el Misterio Trinitario que es fundamental; el Misterio
de la Encarnación, donde surge, en la Sagrada Escritura, el Verbo hecho Hombre:
origen, centro y fin de la historia del hombre; así como la Virgen Purísima,
Madre de Dios y de los hombres. El Misterio de la Redención, donde un Dios
hecho hombre, padece y muere para arrancar a la creatura humana de las garras
de satanás. El Misterio de la Transubstanciación: cuando admirados contemplamos
a Cristo con su Cuerpo, con su Sangre, con su Alma y con su Divinidad; Quien después
de la Consagración, es eso: Cristo, el Verbo hecho Carne, a través de las
apariencias del Pan y del Vino. Substancias que ya no existen, pues ahora está
Jesucristo. Y si los herejes, si los apostatas, si los pseudo-filósofos, los
materialistas, ateos… no aceptan esto, es imposible hacer comunión con ellos,
pues si un católico, que a ciencia y conciencia, niega una Verdad Dogmática,
queda fuera de la Iglesia, con mayor razón quienes se han salido o nunca han
pertenecido, no pueden adherirse sin aceptar que la Iglesia y su Doctrina, son
las únicas y verdaderas; que su Autor es Jesucristo, y que dicha Iglesia goza de
la providencia del Padre y de la Luz
esplendorosa del Espíritu Santo.
Clara está la cita de la Sagrada Escritura: “Tú eres Pedro
y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, todo lo que atares en la tierra, será
atado en el Cielo y todo lo que desatares en la tierra, será desatado en el
Cielo”. Y contemplamos en Pentecostés la Venida del Espíritu Santo, en la que se
hace, digamos oficial, ante el mundo y ante todas las generaciones la
fundación de la Barca de Pedro en la tierra, para que todos subamos y no nos
bajemos de ella ni de su Doctrina, ni de su Moral, ni de su Verdadero Culto
hasta llegar al Cielo. Y, además, anuncia su perpetuidad: “He aquí que Yo
estaré siempre con vosotros, hasta la consumación de los siglos”.
Sor Clotilde
No hay comentarios:
Publicar un comentario