martes, 25 de octubre de 2016

Encíclica "Mortalium Animos". "La Verdadera norma en esta Materia,Sólo una Religión pude ser la verdadera"





ENCÍCLICA

“MORTALIUM ANIMOS”

DEL PAPA PÍO XI

(acerca de cómo se ha de fomentar la verdadera unidad religiosa)
6 DE ENERO DE 1928

        


         6. LA VERDADERA NORMA EN ESTA MATERIA. Exhortándonos, pues, la conciencia de nuestro deber a no permitir que la Grey del Señor sea sorprendida por perniciosas falacias, invocamos vuestro celo, Venerables Hermanos, para evitar mal tan grave; pues confiamos que cada uno de vosotros, por escrito y de palabra, podrá más fácilmente comunicarse con el pueblo y hacerle entender mejor los principios y argumentos que vamos a exponer, y en los cuales hallarán los católicos la norma de lo que deben pensar y practicar en cuanto se refiere al intento de unir de cualquier manera en un sólo cuerpo a todos los hombres que se llaman católicos.

COMENTARIO

         En este número seis observo que dice el Pontífice: “las perniciosas falacias”. Ciertamente la herejía protestante y las manifestaciones de algunas falsas religiones u organizaciones pseudo-filosóficas, son muy peligrosas por sus errores, pero, más aún, que el mismo error, lo son las falacias usadas para conducir y resbalar a la herejía, sea cual fuere. Hay también que hacer notar que el Papa invoca a los Obispos, para que cada uno, alrededor de su grey, se comunique y trate de hacer comprender los principios y argumentos que el Santo Pontífice expone.

7. SÓLO UNA RELIGIÓN PUEDE SER VERDADERA: La Revelada por Dios, creador de todas las cosas, nos ha creado a los hombres con el fin de que le conozcamos y le sirvamos. Tiene, pues, Nuestro Creador perfectísimo derecho a ser servido por nosotros. Pudo ciertamente Dios imponer para el gobierno de los hombres una sola ley, la de la naturaleza, ley esculpida por Dios en el corazón del hombre al crearle: y pudo después regular los progresos de esa misma ley con sólo su providencia ordinaria. Pero en vez de ella prefirió dar Él mismo los preceptos que habíamos de obedecer; y en el decurso de los tiempos, esto es desde los orígenes del género humano hasta la venida y predicación de Jesucristo, enseñó por sí mismo a los hombres los deberes que su naturaleza racional les impone para con su Creador. “Dios, que en otro tiempo habló a nuestros padres en diferentes ocasiones de muchas maneras, por medio de los Profetas, nos ha hablado últimamente por su Hijo Jesucristo”. Por donde claramente se ve que ninguna religión puede ser Verdadera fuera de aquella que se funda en la Palabra Revelada por Dios, Revelación que, comenzada desde el principio, y continuada durante la Ley Antigua, fue perfeccionada por Él mismo Jesucristo, con la Ley Nueva, ahora bien: Si Dios ha hablado -y que haya hablado lo comprueba la historia- es evidente que el hombre está obligado a creer absolutamente en la Revelación de Dios, y a obedecer totalmente sus preceptos. Y con el fin de que cumpliésemos bien lo uno y lo otro, para gloria de Dios y Salvación nuestra el Hijo Unigénito de Dios fundó en la tierra su Iglesia.

COMENTARIO

         El fundamento de este gran párrafo de la Encíclica “Mortalium Animos”, es que Dios perfectísimo, veraz por esencia, no pudo haber enseñado dos Doctrinas diferentes, dos morales distintas, dos cultos separados. Dios enseñó, desde siempre, una sola Religión y dio al hombre una naturaleza conforme a esa misma Religión, fortaleciendo su naturaleza con una Ley Positiva – los Mandamientos de la Ley de Dios- que diera fuerza, razón de ser a su Ley Natural. Posteriormente llegó Jesucristo y, aunque se diga y se hable de una nueva ley, es nueva por las circunstancias de proclamar una Religión, que no pertenecerá ya sólo a los judíos; sino que será universal para todos los hombres y para todos los tiempos. Además, ahora hay que suplir y adaptar la Religión a una elevación mayor: “Dios, que en otro tiempo habló a nuestros padres en diferentes ocasiones y de muchas maneras por medio de los Profetas, nos ha hablado últimamente por su Hijo Jesucristo”. Así que la Única Religión Verdadera, es la que se funda en la Palabra Revelada por Dios: Revelación que se inicia desde el principio y sigue por siempre hasta que llega Jesucristo. Advirtiendo que, esencialmente, desde el principio hasta el momento presente, es la misma Religión, pues, Jesucristo es Dios y no podía negar, como Dios, la Religión proclamada desde el amanecer del hombre. Por ello los judíos, quienes no creen en Jesucristo, tampoco practican la verdadera Religión, sino sólo una parte de ella.

8. LA ÚNICA RELIGIÓN REVELADA ES LA DE LA IGLESIA CATÓLICA. Así pues, los que se proclaman cristianos es imposible que no crean que Cristo fundó su Iglesia, y precisamente Una Sola. Más, sí se pregunta cuál es esa Iglesia conforme a la Voluntad de su Fundador, en esto ya no convienen  todos. Muchos de ellos, por ejemplo, niegan que la Iglesia de Cristo haya de ser visible, a lo menos en el sentido de que deba mostrarse como un sólo Cuerpo de fieles, concordes en una misma Doctrina y bajo un sólo Magisterio y Gobierno. Estos tales entienden que la Iglesia Visible no es más que la alianza de varias comunidades cristianas, aunque las doctrinas de cada una de ellas sean distintas.

SOCIEDAD PERFECTA EXTERNA Y VISIBLE. Pero es lo cierto que Cristo Nuestro Señor instituyó su Iglesia como sociedad perfecta externa y visible por su propia naturaleza, a fin de que prosiguiese realizando, de allí en adelante, la Obra de la salvación del género humano bajó la guía de una sola Cabeza con Magisterio de viva voz y por medio de la administración de los Sacramentos, fuente de la Gracia Divina; por eso en sus parábolas afirmó que era semejante a un reino, a una casa, a un aprisco y a una grey. Esta Iglesia, tan maravillosamente fundada, no podía ciertamente cesar ni extinguirse, muertos, su fundador y los apóstoles que en un principio la propagaron puesto que a Ella se le había confiado el mandato de conducir a la Eterna Salvación a todos los hombres, sin excepción del lugar ni del tiempo: “Id, pues, instruir a todas las naciones”. Y en el cumplimiento continuo de este oficio, acaso faltara la Iglesia el valor ni la eficacia, hallándose perpetuamente asistida con la presencia del mismo Cristo, que solemnemente le prometió: “He aquí que Yo estaré siempre con vosotros, hasta la consumación de los siglos”. Por tanto, la Iglesia de Cristo no sólo ha de existir necesariamente hoy, mañana y siempre, sino también ha de ser exactamente la misma que fue en los tiempos Apostólicos, sino queremos decir -y de ello estamos muy lejos- que Cristo Nuestro Señor no ha cumplido su propósito, o se engañó cuando dijo que las puestas del infierno no habían de prevalecer contra ella.

COMENTARIO

         Iniciamos con la conclusión citada en el número siete, “Que la Única Religión Revelada es la de la Iglesia Católica y, que la Iglesia Católica es una sociedad perfecta externa y visible”. Dice Schumacher, “Que la Esencia del Cristianismo es la Vida de la Gracia” y los que están fuera de la Iglesia Católica, así como las demás sociedades o sectas no creen en la vida de la Gracia; por tanto, no pueden pertenecer a una Iglesia cuya vida esencial es la Gracia. Niegan el Santo Sacrificio de la Misa, que es, justamente, donde el Autor de la Gracia renueva su Sacrificio, baja al Altar y alimenta espiritualmente a los fieles católicos. No reconocen los Sacramentos, que son fuente de la Gracia Divina. En todo este entorno está la Doctrina Católica, está el Credo que nos expresa los mayores Misterios, entre otros, el Misterio Trinitario que es fundamental; el Misterio de la Encarnación, donde surge, en la Sagrada Escritura, el Verbo hecho Hombre: origen, centro y fin de la historia del hombre; así como la Virgen Purísima, Madre de Dios y de los hombres. El Misterio de la Redención, donde un Dios hecho hombre, padece y muere para arrancar a la creatura humana de las garras de satanás. El Misterio de la Transubstanciación: cuando admirados contemplamos a Cristo con su Cuerpo, con su Sangre, con su Alma y con su Divinidad; Quien después de la Consagración, es eso: Cristo, el Verbo hecho Carne, a través de las apariencias del Pan y del Vino. Substancias que ya no existen, pues ahora está Jesucristo. Y si los herejes, si los apostatas, si los pseudo-filósofos, los materialistas, ateos… no aceptan esto, es imposible hacer comunión con ellos, pues si un católico, que a ciencia y conciencia, niega una Verdad Dogmática, queda fuera de la Iglesia, con mayor razón quienes se han salido o nunca han pertenecido, no pueden adherirse sin aceptar que la Iglesia y su Doctrina, son las únicas y verdaderas; que su Autor es Jesucristo, y que dicha Iglesia goza de la providencia del Padre  y de la Luz esplendorosa del Espíritu Santo.

Clara está la cita de la Sagrada Escritura: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, todo lo que atares en la tierra, será atado en el Cielo y todo lo que desatares en la tierra, será desatado en el Cielo”. Y contemplamos en Pentecostés la Venida del Espíritu Santo, en la que se hace, digamos oficial, ante el mundo y ante todas las generaciones la fundación de la Barca de Pedro en la tierra, para que todos subamos y no nos bajemos de ella ni de su Doctrina, ni de su Moral, ni de su Verdadero Culto hasta llegar al Cielo. Y, además, anuncia su perpetuidad: “He aquí que Yo estaré siempre con vosotros, hasta la consumación de los siglos”.



Sor Clotilde

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