domingo, 30 de octubre de 2016

"Es verdadero Sacramento, La gracia Sacramental y Auxilio divino para cumplir las obligaciones del matrimonio"




EL MATRIMONIO CRISTIANO.
CASTI CONNUBII
Pío XI, 31 de diciembre de 1930.







ES VERDADERO SACRAMENTO

         38. – Y porque Cristo al consentimiento matrimonial válido, entre fieles, constituyó signo de la Gracia, tan íntimamente están unidos la razón de Sacramento y el matrimonio cristiano, que no puede existir entre bautizados “Verdadero matrimonio sin que, por lo mismo, sea ya Sacramento”.

COMENTARIO
         Aquella unión matrimonial que funda el Creador en el Paraíso terrenal, con Adán y Eva y, con trascendencia a toda la humanidad, el Verbo, quien se hace hombre y a quien llamamos Jesucristo, la eleva a Sacramento y, no por ello, contradice la Unión Bendecida en aquel tiempo; sino la sublima. (Entendamos ahora, porque dice Jesucristo, que no vino a destruir la ley, sino a perfeccionarla). Y es así, que dicho Sacramento, forma parte de uno de los Siete Sacramentos y lo reconocemos como Sacramento de Vivos, pues ha de recibirse estando en Gracia Santificante, por ello, los que van a las nupcias, han de confesarse. Este Sacramento, de alguna manera, imprime carácter, pues mientras vivan los dos cónyuges, dicho Sacramento no puede repetirse.

LA GRACIA SACRAMENTAL
         39.- Desde el momento que prestan los fieles sinceramente tal consentimiento, abren para sí mismos el tesoro de la Gracia Sacramental, de donde han de sacar energías para cumplir sus deberes y obligaciones, fiel, santa y perseverantemente hasta la muerte.

COMENTARIO
         Jesucristo da la Gracia al Sacramento, la Gracia para que los cónyuges logren ahora y, con el tiempo, no sólo sobrellevar el matrimonio, sino conquistar día a día la unión perfeccionando los anhelos; haciendo, además, que traspasen lo terreno y se eleven hacia lo trascendente. Pareciera un poema este deseo, pero no, es una bella realidad. Los esposos sostenidos y auxiliados por esta Gracia Sacramental, no han de recibirla pasivamente, sino tendrán que trabajarla en un uso consiente, de que la poseen y de que está llena de dones, de parte de Dios y, por tanto, lograrán el fin propuesto por la Iglesia y aceptado con responsabilidad por ellos.


AUXILIO DIVINO PARA CUMPLIR LAS OBLIGACIONES DEL MATRIMONIO.

         40. -  Porque esté Sacramento, en aquellos que no oponen lo que suele llamar óbice, no sólo aumenta la Gracia Santificante, principio permanente de la vida Sobrenatural, sino que añade peculiares dones, disposiciones y gérmenes de Gracia, elevando y perfeccionando las fuerzas a fin de que los cónyuges puedan, no solamente, entender, sino íntimamente saborear, retener con firmeza, querer con eficacia y llevar a la práctica cuanto pertenece a la condición del matrimonio, a sus fines y a sus deberes, concediéndoles, además, derecho al actual socorro de la Gracia, siempre que lo necesiten, para cumplir con las obligaciones de su estado.
 






COMENTARIO
         Tomemos en cuenta que hemos hablado de la Gracia del Sacramento en los dos números anteriores y que, en esté número cuarenta se confirma la fuerza, la eficacia de la Gracia cuando los dos jóvenes, que han fundado su matrimonio, reconocen lo que realmente Dios les pide en esta empresa, siempre auxiliándolos con los Divinos Dones que ofrece su Gracia.

         Actualmente, es de lamentarse el desprecio que se tiene al matrimonio: unos prefieren experimentar, pero no el matrimonio, sino una unión materialista para descubrir si les da resultado o no. ¿Cómo podrán, estás parejas entender los bienes del matrimonio, la Gracia Sacramental y la Gracia de Estado? Ellos sólo entienden el placer y sustituyen el Sacramento del matrimonio por su propia voluntad, en una junta de hombre y mujer, dónde ellos ponen principios, fines y valores. Y sí no pueden entender el Sacramento ni sus Gracias, de ninguna manera se derramarán sobre ellos esas Gracias propias de la Unión Sacramental.
         En cuanto a los que se unen Sacramentalmente, quedan muchas dudas de la efectividad del matrimonio, pues se incuban planes de separación, no quieren hijos, o sólo se casan por compromiso. Y, muy grave, abandonan los templos para contraer matrimonio en jardines, barcos, salones de fiesta etc.

         Otros llevan muy buena intención, pero la escasa preparación, el descuido e ignorancia de la Gracia y, por tanto, el poco aprovechamiento de los Dones que Dios da en el matrimonio, los conducen en poco tiempo a perder la ilusión y a abandonar el proyecto de familia.
         Los pre-matrimoniales tienen poco éxito, es verdad que dan alguna ilustración, a través de sugerencias y consejos; pero no dan la formación que se traduce en convicciones, porque es en breve tiempo y, para hacer conciencia en el ser humano hay que prepararlo desde el principio, en toda la formación del hombre, para el matrimonio o para cualquiera de los otros dos estados que ha de elegir.


Sor Clotilde

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