miércoles, 16 de agosto de 2017

"Didaché o La Doctrina de los Doce Apóstoles: La limosna y Segundo Mandamiento"




DIDACHÉ
O
LA DOCTRINA DE LOS DOCE APÓSTOLES
Y
CARTAS DE SAN CLEMENTE ROMANO
Padres apostólicos I































 







La limosna.                          A todo el que te pida, dale, y no se lo reclames, pues el Padre quiere que a todos se dé de sus propios dones.
Bienaventurado el que da, conforme al mandamiento, pues es inocente. Más ¡Ay del que recibe! Porque si recibe por necesidad, será inocente; más el que recibe sin necesidad, tendrá que dar cuenta por qué y para qué recibió. Será puesto en prisión y no saldrá de allí hasta pagar el último centavo.

Y aun sobre esto fue dicho: “Que tu limosna sude en tus manos, hasta que sepas a quién das (5).


II. – El segundo                   El segundo mandamiento de la Doctrina es éste:
Mandamiento                       No matarás. No cometerás adulterio. No corromperás a los jóvenes. No fornicarás. No robarás. No te dedicarás a la
                                               magia ni a la hechicería. No matarás al hijo en el seno de su madre, ni quitarás la vida al recién nacido. No codiciarás los bienes de tu prójimo. No perjurarás. No
                                               levantarás falsos testimonios. No calumniaras. No guardarás rencor a nadie (6).

No serás doble ni de pensamiento ni de lengua, pues la doblez es un lazo de muerte.
Tu palabra no será mentirosa ni vacía, sino cumplida por la obra.
No serás avariento, ni ladrón, ni fingido, ni mal intencionado, ni soberbio.
No tomarás mal consejo contra tu prójimo.
No aborrecerás a ningún hombre, sino que a unos los corregirás, y a otros los compadecerás; por unos rogarás y a otros amarás más que a tu propia alma (7).

 (5) El precepto de la limosna se ensalza también con el Evangelio: Mt. V, 42 y sigs. El cristiano ha de dar a todo el que le pida y ha de tomar por modelo al Padre que está en los cielos, el cual hace salir su sol sobre buenos y malos y llover sobre justos e injustos. Sin embargo, para quitar asidero a los pillos que quisieran vivir de la generosidad ajena, el autor lanza su ¡ay del que recibe! El juicio donde tendrá que dar de lo que recibió sin necesidad, es el juicio del Señor a su vuelta. El dicho que se cita como del Señor, no aparece en el Evangelio, si bien se cita otras veces fuera de la Didaché en la tradición cristiana. Casi, casi aparece contradecir el otro ágraphon que atribuye San Pablo a Jesús: “Mayor dicha es dar que recibir” (Aut. 20,35).
(6) El segundo mandamiento en la Didaché es, en realidad, el segundo mandamiento de la ley de Dios. Todos los casos enumerados, siempre en forma negativa, se refiere al amor del prójimo, y puede considerarse como explanación de la regla de oro. Ciertos vicios delatan ambiente estrictamente pagano y hasta helénico, por ejemplo, el aborto, la pido-phthoria, afortunadamente intraducible en castellano, la magia y la hechicería. El catecúmeno debe saber de antemano que su nueva vida será absolutamente incompatible con ninguno de esos vicios.
(7) Ningún sello tan auténticamente cristiano de esta primera “Doctrina Cristiana” como la universalidad del amor tan categóricamente promulgada. Ni siquiera se atiende a la diferencia de fe o religión, como no se paró a examinar el Buen Samaritano si el hombre herido en el camino era o no de su secta o religión. ¡No aborrecerás a ningún hombre! He ahí una pura resonancia evangélica de esta viejísima Didaché, que nos recuerda algo también muy viejo, y quién sabe si un tanto olvidado: La ley suma y universal de la caridad.

VERSIÓN Y NOTAS
POR EL
RVDO. P. DANIEL RUIZ BUENO C. M. E.
Catedrático de Lengua Griega.



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