miércoles, 30 de agosto de 2017

"DIDACHÉ O LA DOCTRINA DE LOS DOCE APÓSTOLES: Apártate del mal, Haz el bien"




DIDACHÉ
O
LA DOCTRINA DE LOS DOCE APÓSTOLES
Y
CARTAS DE SAN CLEMENTE ROMANO

Padres apostólicos I







III. – Apártate                 Hijo mío, huye de todo mal y de cuanto se asemeje al mal.
del mal                           No seas iracundo, porque la ira conduce al asesinato.
No seas envidioso, ni disputador, ni acalorado, pues de todas estas cosas se engendran muertes.
Hijo mío, no te dejes llevar por el deseo, pues el deseo conduce a la fornicación.
No hables deshonestamente ni andes con los ojos desenvueltos, pues de todas estas cosas se engendran fornicaciones.
Hijo mío, no te hagas adivino, pues esto conduce a la idolatría; ni encantador, ni astrólogo, ni purificador, ni quisieras ver estas cosas, pues de todo ello se engendra idolatría (8).

Hijo mío, no seas mentiroso, pues la mentira conduce al robo.
No seas avaro ni vanaglorioso, pues de todas estas cosas se engendran robos.
Hijo mío, no seas murmurador, pues la murmuración conduce a la blasfemia (9).


Haz el bien.                         Sé más bien manso, pues los mansos poseerán la tierra (10)
Sé longánime, compasivo, sin malicia, tranquilo, bueno y temeroso en todo tiempo de las palabras que oíste.
No te exaltes a ti mismo, ni consientas a tu alma temeridad alguna.
No se juntará tu alma con los soberbios, sino que conversarás con los humildes y con los justos.

Recibe como bienes las cosas que te sucedieren, sabiendo que sin la disposición de Dios nada sucede (11).

(8) En todo este capítulo el maestro se ha convertido en padre, que quiere llevar al futuro cristiano a algo más íntimo que los preceptos generales anteriores. Aquí se ataca ya la raíz del mal, que es el deseo interior. En todas las malas artes paganas de adivinación, encantamiento, astrología y ritos de purificación, ve el autor un culto del demonio, una idolatría.

(9) La murmuración de que se habla en este precepto de la Didaché se refiere a las quejas contra las disposiciones de la Providencia Divina, de las que pueden originarse las blasfemias contra Dios mismo. Igualmente, la arrogancia -la palabra griega quiere decir “complacencia en sí mismo”- es también aquella soberbia por la que el hombre se constituye centro del universo y pretende romper los límites infranqueables que lleva entrañados su condición de criatura.  De ahí también la blasfemia.

(10) Mt. V,5; y también reminiscencia del salmo 36, II.

(11) Sin transición ha pasado el autor de la Didaché del catálogo de los vicios a la recomendación de las virtudes. Estas son específicamente cristianas: La mansedumbre, la paciencia, la paz, la humildad, la resignación a la voluntad de Dios en todo acontecimiento de la vida. Esta resignación, fundada en la fe de que todo está ordenado por la Providencia del padre celestial, contrasta con aquella soberbia blasfema del que se vuelve contra las disposiciones divinas.

VERSIÓN Y NOTAS
POR EL
RVDO. P. DANIEL RUIZ BUENO C. M. E.
Catedrático de Lengua Griega.



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