lunes, 7 de agosto de 2017

"La Santa Misa: Doctrina Católica"




LA SANTA MISA



DOCTRINA CATÓLICA

Así que, es en la Consagración de las dos especies, que allí reside la Esencia del Santo Sacrificio de la Misa. Para ello citaremos, hoy nuevamente, al Magisterio de la Iglesia. Pío XII exclama: “Hay que afirmar una vez más, que el Sacrificio Eucarístico, consiste esencialmente en la inmolación incruenta de la Víctima Divina, en la Consagración de ambas especies”.

En cuanto a la razón teológica, escuchemos a Santo Tomás, quien advierte que, en la Consagración de este Sacramento, se ofrece Sacrificio a Dios, y al explicar el modo con que esto se realiza, escribe textualmente: “Por doble motivo se llama inmolación de Cristo a la celebración de este Sacramento: es imagen representativa de la Pasión de Cristo, es una verdadera inmolación; en segundo lugar, por el orden que dice a los efectos de la Pasión, de cuyos frutos nos hace participar”.

Ahora, para que el Sacrificio de la Santa Misa, se considere completo y verdadero Sacrificio, ha de consumirse la víctima en la comunión de las dos especies, realizada por el Sacerdote. Y aunque la Sagrada Comunión del Sacerdote, no pertenece a la esencia del Sacrificio, si corresponde a la consumación del mismo.

Por lo tanto, hay que tomar en cuenta que el celebrante no concluye el Santo Sacrificio si no comulga; por ello vemos que el Sacerdote comulga Sacramentalmente en todas las Misas, pues en la Consagración se realiza el Santo Sacrificio de la Misa con la muerte de Cristo; en la Sagrada Comunión del Sacerdote, se consuma el Sacrificio con la destrucción de la Víctima. Por lo cual, la comunión del Sacerdote es necesaria y esto, nuevamente nos lo confirma Pío XII en la Mediator Dei: “La Santa Comunión pertenece a la integridad del Sacrificio y la participación en él, por medio de la comunión del Augusto Sacramento. Y, aunque es absolutamente necesaria al Ministro Sacrificante, en lo que toca a los fieles solamente es recomendable. Jesucristo siendo la víctima, no podía comulgarse a sí mismo, por ello a los Apóstoles dió la comunión para consumar el Santo Sacrificio, entregando su Cuerpo, su Sangre, su Alma y su Divinidad con la Sagrada Comunión”.

Advirtamos que cuando Cristo dice: “HACED ESTO EN MEMORIA MÍA”, fue precisamente el momento de la Institución del Sacerdocio Católico sellándolo con la Sagrada Comunión”.

Retrocediendo en el tiempo, nos damos cuenta de que toda Víctima ofrecida en Holocausto, ha de morir primero, y después ha de ser destruida y consumida. Aclaramos que, si el Sacerdote consagrara una sola especie, fuera el pan ó el vino con intención, cometería un terrible Sacrilegio. Y aunque haya consagración, es absolutamente ilícito consagrar una sola de las dos especies, porque deja incompleto el Sacrificio. Pues no olvidemos que después de la Consagración, tanto en la Sagrada Hostia como en el vino, se encuentra en cada una El Cuerpo, La Sangre, El Alma y la Divinidad de nuestro Señor Jesucristo.

Pero insistimos que es ilícito y sacrílego consagrar una sola especie. En cada especie radica el Santo Sacrificio del Calvario, aunque la parte esencial de la Santa Misa es la Consagración, los participantes, es decir el pueblo católico, sólo puede creer que ha asistido a la Santa Misa, si la escucha íntegra y no únicamente la consagración. O, como actualmente, hay quienes sólo permanecen hasta la predicación y en su gran ignorancia, se retiran porque piensan que ya han asistido al Santo Sacrificio. Quede claro: la Consagración de las dos especies, constituyen una realidad formal de la Esencia del Santo Sacrificio.
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Se propagó en un tiempo, que si el pueblo asistente, no tenía fe en la Consagración, no se realizaba el Sacrificio de Cristo. Esa es una falsedad, pues basta la fe del Sacerdote en la Consagración y en la recepción propia de la Sagrada Eucaristía para que el sacrificio se realice, así que, aunque los asistentes, puede ser uno ó diez no tuvieran fe en la Consagración, de todas formas, se realizaría la Consagración. Escuchemos: “Si alguno dijera que las Misas en las que sólo el Sacerdote comulga sacramentalmente son ilícitas, y, por tanto, han de ser malogradas, sea anatema” (Concilio Tridentino). 

Una vez declarado, con la luz de Dios, la Esencia de la Misa, procuremos penetrar en un ambiente espiritual y vivir con fe y devoción el Santo Sacrificio realizado en el Altar. Y no olvidemos, aunque no recibamos la Sagrada Eucaristía, el Sacrificio se realiza, sin embargo, la Sagrada recepción del cuerpo Sacratísimo de Cristo es necesario para los fieles, siempre y cuando estén en gracia y así alcanzar su propia salvación.

La Pasión del Señor se representa en la misma Consagración de este Sacramento, en el cual no debe consagrarse el cuerpo sin la sangre, pero tengamos muy presente que el pueblo puede recibir el cuerpo sin la sangre; sin que por ello se siga detrimento alguno; porque el Sacerdote ofrece y toma la Sangre en persona de todos y, además porque Cristo entero, está contenido bajo una y otra especie.

En esta época que ya ha durado largo tiempo se abusa de las dos Especies Sacramentales y hay Sacerdotes que dan la Sagrada Comunión con la Santísima Hostia y la Preciosísima Sangre de Jesucristo.

Con gran dolor, de mi parte contemplo en las Iglesias a mujeres con pantalones talladisimos o faldas y cuellos cortos y exagerados, introduciendo la Sagrada Forma en la Sangre de Cristo y enseguida pasándola al Sacerdote para que dé la Sagrada Comunión, me pregunto: ¿Qué objeto tiene que una mujer común tenga en sus manos el Santo Cáliz con la Sangre de Cristo y le permitan tocar la Hostia y sumergirla en la Preciosísima Sangre de nuestro Señor Jesucristo? ¿Por qué? expliquenlo.
Entre otras cosas, algo más, sí tanto en el Cuerpo Sacratísimo de Cristo, como en su Divina Sangre está en cada una de ellas el Cuerpo, la Sangre y la Divinidad de nuestro Señor Jesucristo ¿Por qué nos dan las dos Especies? Antes sólo se nos daba en grandes ocasiones todo estaba reglamentado.  
 
Aprendamos en este capítulo si es que el Sacerdote se indispusiera ó se suscitara otro accidente podría interrumpirse la Misa, no así en la Consagración y después de la Consagración, en caso de gravedad ó de muerte ha de buscarse otro Sacerdote que concluya la Misa. Insistimos que el único que puede celebrar el Sacrificio de Cristo es el Sacerdote católico y no los fieles; los fieles asisten, participan, pero no concelebran; pues si la esencia de la Misa es la Consagración y el único que puede consagrar es el Sacerdote válidamente ordenado; porque así lo instituyó el Sacerdote Eterno: “Jesucristo nuestro Señor”.

El Sacerdocio común de los fieles participado por el bautizo, difiere esencialmente del Sacerdocio Ministerial.
Que esta enseñanza expresada con sencillez, pero sublime y profunda en su propio ser, sirva para que asistamos al Santo Sacrificio con respeto, piedad, amor y adoración al Señor.


Sor Clotilde

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