LA
SANTA MISA
LO QUE NO ES LA MISA
LA
SANTA MISA NO ES UN RECUERDO, ES UNA REALIDAD. No es la Santa Misa una únicamente una meditación
del Sacrificio de la Cruz, como lo es el rezo del Santo Vía Crucis.
LA
MISA NO ES LA PALABRA DE DIOS;
pues ya hemos comprobado que el ser de la Misa es el mismo del Sacrificio del
Calvario, por tanto, la Santa Misa, no es la Palabra de Dios. La Palabra de
Dios está consignada en la Sagrada Escritura. La Palabra de Dios, en la Santa
Misa, es una preparación, una introducción: forma parte de los Ritos
introductorios del Santo Sacrificio. Después de pedir perdón por nuestros
pecados, de pronunciar las primeras oraciones, la entrada, no esencial, pero si
formal la constituyen la Epístola y el Evangelio. Es así como penetramos a un
ambiente de piedad hasta llegar al inefable Misterio.
Las Lecturas, como lo son -dicho reiteradamente- el
Santo Evangelio, la Epístola incluyendo la Predicación, además de prepararnos
para participar en el Sacrificio, son una instrucción de las cosas Divinas,
animándonos a seguir por el sendero del bien. “Por las lecciones que rezamos en
la Santa Misa, nos dice el Santo de Hipona, fácilmente alcanzaremos el
conocimiento”. Así, el que sale del Templo después de las Lecturas ó la
predicación y supone que ha oído Misa se engaña.
LA
MISA NO ES UNA ASAMBLEA: Imposible reducir el Santo Sacrificio a un mitin ó
reunión común, sí, en cambio, podemos llamar asamblea al conjunto de cristianos
que se reúnen en torno a la Liturgia. Oigamos a San Agustín: “esta ciudad
plenamente rescatada, es decir, la asamblea y la sociedad de los Santos es
ofrecida a Dios como un Sacrificio Universal por el Sumo Sacerdote que, bajo la
figura de forma de esclavo, llegó a ofrecerse por nosotros en su Pasión para
hacer de nosotros el cuerpo de una gran cabeza.
Tal es el Sacrificio de los Cristianos, siendo muchos,
no formamos más un solo cuerpo en Cristo (Romanos XII) y este sacrificio la
Iglesia, no cesa de reproducirlo en el Sacramento del Altar bien conocido de
los fieles donde se muestra aquí lo que se ofrece, “La Víctima Divina”. Hasta
aquí San Agustín.
Con esto queda claro que la asamblea no es la Misa, la
asamblea la forman todos los cristianos que unidos asisten al Santo Sacrificio
de la Misa.
LA SANTA
MISA NO ES UN BANQUETE:
Aunque es en la Santa Misa donde recibimos el gran banquete Espiritual, la
Sagrada Comunión, en la que Cristo se nos da con su Cuerpo, con su Sangre, con
su Alma y con su Divinidad. Pero la Santa Misa, no es la Comunión, la Comunión
Eucarística es en el Sacerdote la consumación del Sacrificio de la Misa y, para
los fieles, es el alimento extraordinario que recibe en el Santo Sacrificio y
que habrá de darle no sólo la Gracia misma, sino al Autor de la Gracia.
LA
MISA NO ES UNA COMIDA: Algo de muy mal gusto, vulgar y degradante, es decir
que la Santa Misa es una comida, sino hemos de llamarle banquete, menos aún
comida.
LA
SANTA MISA NO ES UNA FIESTA: es
verdad, que asistir a la Santa Misa con devoción, con fe y, participar de ella,
nos regala una alegría sobrenatural que nos inunda el corazón de un gozo
singular, más celeste que terreno; pero de ello, a decir que la Santa Misa es
una fiesta común, existe una distancia sin medida.
Así que, al asistir al Santo Sacrificio de la Misa,
aceptamos una invitación a vivir con profunda madurez espiritual, la Pasión de
Cristo. No necesariamente, hemos de experimentar la tristeza de los Santos ó,
cuando menos, la nostalgia, pero si concentrarnos con atención y respeto para
llenarnos del ambiente místico de la Misa.
Sor
Clotilde
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