ORIGEN HISTÓRICO DE LOS SACRIFICIOS.
El origen
histórico de los sacrificios lo encontramos en nuestros primeros padres Adán y
Eva, quiénes aún sin haber pecado, podían ofrecer sacrificios de alabanza, adoración
y gratitud. Pero, indudablemente, después de haber pecado y haber ofendido a su
Creador, tuvieron, no solo que alabar, adorar y agradecer al Creador sino a
desagraviar por su pecado a la Omnipotencia Divina y pedir perdón y
misericordia. La Sagrada Escritura expresa que los hijos de Adán y Eva sobre
todo Caín y Abel ofrecían sacrificios a Dios.
Aconteció al cabo
de mucho tiempo que Caín ofreció al Señor ofrenda de los frutos de la tierra,
igualmente Abel ofreció de los primerizos de su ganado y de lo mejor de ellos,
y así lo leemos en el Génesis IV,3-4.
Ellos como todo
hombre, llevaban en la naturaleza la necesidad de alabar y reverenciar a Dios,
pero es obvio que el despertar de esas ofrendas tuvieron que enseñárselas sus
propios padres Adán y Eva. Posteriormente, abundan las manifestaciones
sacrificables, veamos:
LEVíTICO
I. RITUAL DE LOS SACRIFICIOS.
Los
holocaustos “Llamó Yahvéh a Moisés y le habló así desde la Tienda
de Reunión: Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando alguno de vosotros
presente a Yahvéh una ofrenda de ganado, podréis ofrecerle reses mayores o
menores.
Si su ofrenda es de ganado mayor, para holocausto,
ofrecerá un macho sin defecto; lo ofrecerá a la entrada de la Tienda de
Reunión, para sea grato ante Yahvéh. Impondrá su mano sobre la cabeza de la
víctima y le será aceptada para que le sirva de expiación. Inmolará el novillo
ante Yahvéh; los hijos de Aarón, los sacerdotes, ofrecerán la sangre y la
derramarán sobre todos los lados del altar situado a la entrada de la Tienda de
Reunión. Desollará después la víctima y la despedazará en porciones; los hijos
de Aarón, los sacerdotes, pondrán fuego sobre el altar y colocarán leña sobre
el fuego; luego, los hijos de Aarón, los sacerdotes, dispondrán las porciones,
la cabeza y el sebo, encima de la leña colocada sobre el fuego del altar. El
lavará con agua las entrañas y las patas; el sacerdote lo quemará todo en el
altar. Este holocausto será un manjar abrazado de calmante aroma para Yahvéh.
Si su ofrenda es de ganado menor, de corderos o de
cabras, para holocausto, ofrecerá un macho sin defecto. Lo inmolará ante Yahvéh
al lado septentrional del altar; y los hijos de Aarón, los sacerdotes,
derramarán la sangre sobre todos los lados del altar. Luego lo despedazará, con
la cabeza y el sebo, encima de la leña colocada sobre el fuego del altar. El
oferente lavará con agua las entrañas y las patas, el sacerdote lo ofrecerá
todo y lo quemará en el altar, descervigará con las uñas su cabeza y la quemará
en el altar; su sangre será exprimida sobre el lateral del altar. Quitará
entonces el buche con sus residuos y los arrojará al lado oriental del altar,
al lugar de la grasa incinerada. Abrirá el ave entre las alas, sin llegar a
partirla; el sacerdote la quemará en el altar, encima de la leña colocada sobre
el fuego. Este holocausto será un manjar abrasado de calmante aroma para
Yahvéh.
La
oblación.
Cuando alguien ofrezca a Yahvéh una oblación, su
ofrenda consistirá en flor de harina, sobre la que derramará aceite y pondrá
incienso. La llevará a los hijos de Aarón, a los sacerdotes; el oferente tomará
un puñado de la harina con aceite y todo el incienso; el sacerdote lo quemará
en el altar como memorial, manjar abrasado de calmante aroma para Yahvéh. El
resto de la oblación quedará para Aarón y para sus hijos, como porción
sacratísima del manjar abrazado para Yahvéh” (Lev. I, 1-14; II, 1-3).
En Romanos, “leemos la ley del Sacrificio de
las libaciones que han de ofrecer los hijos de Aarón, en presencia del Señor y
del Altar: En ésta tomará el Sacerdote un puñado de flor de harina, mezclado
con aceite y todo el incienso que se haya puesto encima lo quemará en el Altar en
memoria y olor suavísimo del Señor. Esto es lo que se ha de ofrecer en el
Altar: dos corderos primarios cada día perpetuamente: un cordero por la mañana
y otro por la tarde, con un cordero ofrecerá la décima parte de un médium de la
flor de harina de trigo amasado con aceite de olivo y podríamos llenar las
hojas de los Sacrificios lícitos de la antigua ley”.
“El reconocimiento
de nuestras miserias, la necesidad de expresar nuestro amor a la manera de
Dios; la gratitud por tanto beneficio recibido, el reconocimiento al Eterno
Padre y la necesidad de misericordia, por ello “Los Sacrificios se hacen
anualmente por la memoria de los pecadores” (Hebreos 10,3)
“Y si Dios puso en
la naturaleza humana la necesidad del Sacrificio para ofrecérselo a su
majestad, Dios aprueba todo buen sacrificio, por ejemplo: vemos la aceptación
para Noé, quién terminado el diluvio edifica un Altar al Señor y le ofrece
holocausto sobre el Altar, y el Señor se complació de ese sacrificio, es
notable como Dios mismo exige en ocasiones sacrificio, como sucedió con Abraham”
(Génesis 22).
Los judíos
recibieron preceptos por medio de Moisés sobre los Sacrificios, con todo esto
probamos que el Sacrificio nace con las primeras criaturas humanas, sembrada la
necesidad en su propia naturaleza por el mismo Dios, quién nos ha creado para
amarle y servirle en esta vida, y después de verle y gozarle en la otra.
Sin embargo, como
lo que el hombre toca, igual puede hacerlo Santo ó corromperlo degradó el mismo
Sacrificio en su objeto, sus fines y sus medios. Fue la conducta del hombre,
quién relajando el verdadero Sacrificio, resbaló a lo falso, abriendo así las
puertas a satanás, quién usurpando el concepto y el hecho ha logrado en el
curso de la vida del hombre una suplantación del Dios verdadero, hasta la más
horrible secta obscura, para llegar a la actualidad y hacer de cualquier
afición como el futbol ó pasión como es la sexualidad su propio dios. Algo, que
podemos decir, casi universal y verdaderamente trascendente es la exaltación
del ego “quién más, quién menos” quién ha hecho del hombre su propio dios.
Actualmente, la criatura humana, vive y actúa sobre el recuerdo y la doctrina
del mismo dios.
Sin embargo, todo
Sacrificio expresado en el Antiguo Testamento, únicamente fue una figura un
Sacrificio de Cristo en la Cruz: Todos los Sacrificios de la Antigua Ley,
fueron ofrendados al Dios verdadero, los cuales eran abundantes, no cabe duda de
que en el Antiguo Testamento contemplamos correr la sangre de animales
ofrendados al Dios Eterno y verdadero. El Antiguo Testamento está lleno de
sangre, lo cual es figura de la Sangre de Cristo. Ese correr, de la sangre de
animales fue agradable a Dios, precisamente por ser imagen del futuro
Sacrificio de Cristo. Pero insistimos, al ser imagen del Sacrificio de Cristo
su único Hijo, quién lo desagravió a través de la Cruz, todos estos Sacrificios
no eran sino sombra del que había de venir el Sacrificio de Cristo.
Sobre todo, los
Sacrificios de expiación y del Cordero Pascual, conducían a la preparación del
infinito e inigualable Sacrificio de nuestro Redentor, aunque no alcanzaban lo
que el Sacrificio del Salvador habría de lograr, porque no teniendo la Ley más
que sombra de los bienes futuros y no la realidad misma de las cosas, no puede
jamás por medio de las mismas víctimas que no cesan de ofrecerse todos los años
a ser justo y perfectos, a los que se acercan al Altar y se sacrifican, y es
que en la Nueva Ley alcanzamos, por el Sacrificio de Cristo, el perdón de los
pecados, las Gracias y los Dones que además, de darnos a saborear la vida
eterna, nos conduce a ella a través de la Gracia Santificante; y aunque los
Sacrificios del Testamento, no tenían la fuerza espiritual de la Nueva Ley, sí
sabemos, que tales Sacrificios, eran aceptados por Dios y guiaban y fortalecían
a los hombres de entonces, sino ¿Cómo entendemos la existencia de un Abraham
con una Fe irrepetible, ó de Los Antiguos Sacrificios recibían su eficacia del
Sacrificio de Cristo en la Cruz, es decir, aquel Sacrificio de la Cruz que
sería posterior y que de alguna manera, Divina y Misteriosa ya fortificada a
tales Sacrificios para el bien y Gracia de las almas. Llegado el Sacrificio de
Cristo, no hubo más necesidad de sacrificar, pues bastaba con abundancia
infinita el Sacrificio de la Cruz, Sacrificio de la Nueva Ley que, además se
repetiría en la tierra a través del Santo Sacrificio de la Misa, por siempre en
tiempo y espacio hasta el final de los Siglos.
Sor
Clotilde
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