LA
SANTA MISA
SACRIFICIO DE LA SANTA MISA
Qué es el Sacrificio
Antes de penetrar
a la consideración más profunda de que la Misa es un verdadero Sacrificio,
hemos de comprender lo que es el Sacrificio.
Sacrificio u
Oblación procede del verbo latino oferre
igual a ofrecer: Lo que se ofrece por amor ó reverencia y, cuando esta oblación
de algo estimable, no sólo se ofrece ó se entrega; sino que se destruye se le
llama Sacrificio. Ahora, entendemos por Sacrificio, toda buena obra hecha con
algún esfuerzo, venciendo alguna repugnancia, siempre con cierta finalidad. Esta
Concepción de Sacrificio suele usarse por comparación con el auténtico
Sacrificio.
Para el buen
católico que ofrece su vida a Dios aceptando todo dolor, renuncia alegría… por
la Gloria de Dios y la salvación de las almas. El enfermo sentenciado a morir
que acepta íntimamente sus padecimientos y contempla cómo se extingue su vida
en una ofrenda al Creador.
La Sagrada
Escritura nos tiene muchos ejemplos: La viuda del Evangelio que depositó en el
tesoro del Templo las únicas dos monedas que tenía. Tobías, quién por respeto a
Dios, repartió en la cautividad todo su dinero a los judíos pobres y, aún con
el peligro de su vida, cuidó de dar sepultura a sus difuntos. Los judíos que
después de la promulgación de la ley en el Sinaí ofrecieron oro, plata, piedras
preciosas púrpura, para la construcción del Tabernáculo.
Lo esencial, en
estos sacrificios, es la renuncia de una cosa que para nosotros es de valor, y,
que por amor y adoración a Dios se lo entregamos como nuestro único y supremo
bien, reconociendo, en su Presencia, que estamos dispuestos a ofrecer todas las
cosas, aún las más amadas, para obsequiarlo y adorarlo.
Almas Víctimas. - Podemos llamar Sacrificios relativos,
participativos… los de aquellas almas: que conscientemente ofrecen a Dios
enfermedades, sufrimientos en aras de la Gloria de Dios y la salvación de las
almas. Víctimas que, adaptando su voluntad a la Voluntad Divina, no sólo viven
en consonancia con las leyes de Dios; sino también en unión con su Creador, se
ofrecen como víctimas en desagravio de las ofensas hechas a Dios y en el afán
de cooperar a la salvación de las almas. Dice San Pablo: “Ofreced vuestros
cuerpos como Hostias vivientes”.
Me pregunto:
cuando estas almas víctimas asisten al Santo Sacrificio de la Misa y, unidas a
Jesucristo se ofrecen al Padre Eterno, ¿qué sucederá?... ¿Cómo las verá
Dios?... ¿Cuántas gracias alcanzarán para sí y para los demás?
El martirio. - El mártir que muere por la fe, quien realiza un
sacrificio; ya que, en el martirio, no sólo hay sufrimiento, sino auténtica
destrucción. La Iglesia está poblada de mártires, sobre ellos la hemos visto
crecer; así que el martirio es un Sacrificio verdadero, es una inmolación; no
es el Sacrificio de Cristo evidentemente, pero si un Sacrificio ofrecido a
Dios. Es la máxima prueba de amor a Dios que le da un verdadero cristiano:
“Nadie tiene mayor amor que el que da la vida por sus amigos”, San Juan15,13.
Al martirio llegan
los que amando a Dios entrañablemente y con ÉL a su Iglesia y a su doctrina,
prefieren morir, antes que renegar de Dios y de su Palabra expresada en la
Divina Revelación.
La Naturaleza. - Criaturas que directa ó indirectamente se consumen
en la presencia de Dios como las flores que adornan y embellecen el recinto
Sagrado, perdiendo poco a poco su frescura y belleza hasta marchitarse y morir
enfrente a su Creador. Las velas ó veladoras construidas de la cera de otras
criaturas, y quienes iluminan con su tenue luz a la Luz Eterna, Cristo en el
Sagrario, y se van consumiendo hasta la muerte y destrucción. Estas criaturas
sin vida racional y sensitiva las ofrece a Dios, el ser humano quién
conscientemente sabe que esas criaturas del Señor lo hacen presente ante el
Eterno Trono y expresan su actitud reverente, sumisa y de Adoración.
Sin embargo, la definición propia del concepto
Sacrificio. - Es un acto de
religión, por el cuál expresamos a Dios reconocimiento como Creador y Dueño
absoluto de todo ser viviente en homenaje a su Omnipotencia y aceptación de
poca edad.
Leemos en Rollo
Marín, que el Sacrificio es el principal acto de culto externo, público y
consciente en la oblación externa de una cosa sensible con su real mutación y
destrucción realizada por el Sacerdote en honor a Dios, para dar testimonio de
su Supremo Dominio y nuestra rendida sumisión a Él. El Sacrificio es un don
visible ofrecido únicamente a Dios por un ministro consagrado para reconocer la
soberanía del Altísimo sobre todas las cosas. Nótese, que el auténtico
Sacrificio sólo debe ofrecerse a Dios. El Santo Obispo de Hipona dice: “Nadie
jamás soñó ofrecer sacrificios sino a sólo Dios verdadero”, y el Santo,
completa esta frase: “Al tenido por tal”. San Agustín se refiere a los
equivocados, ignorantes ó amantes del error, que han ofrecido sacrificios a
dioses falsos. Observemos, que San Agustín nos dice: “Solo al Dios verdadero
tenido por tal”.
Lo
que no es Sacrificio. - Los gentiles y paganos, aunque su dios no era
verdadero, la ignorancia, el error, el demonio, los tenía engañados y ellos
creían ofrecérselo a un dios verdadero. En la primera carta a los Corintios nos
dice San Pablo: “Lo que sacrifican los gentiles, lo sacrifican a los demonios y
no a Dios”. El rey de los Moabitas, sitiado por Israel degolló a su hijo
primogénito en la muralla para alcanzar el auxilio de sus dioses.
Los fenicios y
otros pueblos de Asia ofrecían todos los años y, sobre todo, en tiempo de calamidades
al dios Molok que tenía cabeza de toro, sacrificios de niños. La estatua de
bronce de su dios se ponía candente y entonces le echaban a los niños en
brazos.
No se diga en
América y, sobre todo en México, a cuyos sacerdotes paganos se entregaban cientos
de seres humanos para ser sacrificados. Y, aún ahora existen pueblos de
costumbres bárbaras que ofrecen estos sacrificios.
Todo sacrificio
ofrecido, a los dioses falsos, no sólo, no es agradable a Dios; sino que le
ofende gravemente y, peor aún, si tales sacrificios derraman la sangre de
criaturas humanas e inocentes. Estos sacrificios, no solo son graves por
ofrecérselos a dioses falsos, por adorar ídolos, sino por cortar vidas humanas
de forma brutal, y a veces obscenas en aras del cumplimiento a sus dioses
falsos. Es de asombrarse, si aún queda la capacidad de asombro, que hoy, en
pleno siglo XXI en la era de la tecnología, de la gran “cultura” de la paranoia,
de la intelectualidad, nos encontramos con realidades espeluznante como las que
vemos ahora: Las misas negras, ya no sólo exclusivamente, realizadas en secreto
por la masonería. La masonería siempre ha hecho misas negras; sin embargo,
ahora brota entre el común del pueblo; sobre todo entre los jóvenes inducidos a
las drogas quienes ofrecen sacrificios sangrientos directamente en honor al
demonio, tomando como víctimas niños, jóvenes, gente madura y animales.
Qué decir de todos
aquéllos que creen en la impía e hipócrita Nueva Era, con sus múltiples facetas
extraídas de muchas doctrinas orientales, antiquísimas y diabólicas y
barnizadas con el disfraz de lo que copian de la Doctrina Católica y de sus
imágenes.
El espiritismo,
donde encuentran los incautos mal intencionados, un ser que los protege. El
único ser que está ahí es satanás.
Es verdaderamente
angustioso y sorpresivo la adoración de la “santa muerte”. Eso es un culto
verdaderamente diabólico y pagano. La santa muerte no es un ser, es un hecho;
sin embargo, al esqueleto, símbolo de un cuerpo sin vida, lo han convertido en
un dios que ahora adoran sacrílegamente.
La religión
católica, llamada por sus enemigos Iglesia obscurantista, quiénes plenos de
envidia y de ignorancia la atacan. La religión católica siempre ha sido origen
y cultivo del arte, de la ciencia, de la filosofía; sin embargo, el ser humano
aún con la verdadera doctrina pisotea las leyes, se enfrenta al mismo dios
porque ha caído en el engaño de una raza obscura, calculadora y vil que es una
vecina nuestra.
La diosa
tecnología ha suplido al Dios verdadero, ahora el hombre se avergüenza de la
verdad y se siente orgulloso de la mentira, por tanto, el Dios verdadero ha
sido suplantado actualmente por la tecnología, uniendo a ella el poder, el
placer y el dinero. En la actualidad los “intelectuales” niegan la honra y
adoración al Dios verdadero; y el orgullo ante el mundo, es tener dioses falsos
que conducen a la superstición, al vacío, hasta llegar al satanismo.
Los sacrificios
paganos no son más que ofrendas de iniquidad, calificadas de asesinato, de
impureza, de hurto y, por tanto, indigna al DIOS TRES VECES SANTO. Escuchemos a Santo Tomás de Aquino
que nos dice: “Ofreced sacrificios a Dios es de ley natural, a éstos se inclina
el hombre por su natural tendencia sin que se le prescriba y sin inspiración
particular, el sacrificio es, pues, una verdadera necesidad de la naturaleza
humana y, todos los pueblos, como ya lo contemplamos, lo han realizado;
profundizando en la historia de los sacrificios solo encontramos verdadero
sacrificio en la historia de la salvación, tanto en el Antiguo Testamento como
en el Nuevo Testamento, fuera de este contexto no hayamos sino falsos
sacrificios”.
Hay sacrificios
realizados, como ya hemos dicho, en falsas religiones que adoran a un dios
falso, y, por tanto, ya no son esencialmente sacrificios, sino solo de nombre.
Los sacrificios a un dios falso son ilícitos y repetimos no son sacrificios,
sino ofensas a Dios, y son diabólicos, aquéllos que además ofrecen vidas
humanas, ó que dan directamente culto al demonio. En cuanto al protestantismo
ramificado, dividido en miles de sectas, no tienen sacrificio, y aunque dicen
adorar a Dios, al mismo que nosotros adoramos; sin embargo, no aceptan todo lo
que es el Santo Sacrificio del Altar. Amén de miles de verdades que ellos no
creen, por lo que los fundadores del protestantismo, con su libre examen de la
Sagrada Escritura la han alterado y rechazado entre otras cosas han ocultado de
manera sagaz la tradición Apostólica.
Sor
Clotilde
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