jueves, 10 de agosto de 2017

La Santa Misa: Qué es el Sacrificio"




LA SANTA MISA
SACRIFICIO DE LA SANTA MISA


 
 

















Qué es el Sacrificio
Antes de penetrar a la consideración más profunda de que la Misa es un verdadero Sacrificio, hemos de comprender lo que es el Sacrificio.

Sacrificio u Oblación procede del verbo latino oferre igual a ofrecer: Lo que se ofrece por amor ó reverencia y, cuando esta oblación de algo estimable, no sólo se ofrece ó se entrega; sino que se destruye se le llama Sacrificio. Ahora, entendemos por Sacrificio, toda buena obra hecha con algún esfuerzo, venciendo alguna repugnancia, siempre con cierta finalidad. Esta Concepción de Sacrificio suele usarse por comparación con el auténtico Sacrificio.

Para el buen católico que ofrece su vida a Dios aceptando todo dolor, renuncia alegría… por la Gloria de Dios y la salvación de las almas. El enfermo sentenciado a morir que acepta íntimamente sus padecimientos y contempla cómo se extingue su vida en una ofrenda al Creador.
La Sagrada Escritura nos tiene muchos ejemplos: La viuda del Evangelio que depositó en el tesoro del Templo las únicas dos monedas que tenía. Tobías, quién por respeto a Dios, repartió en la cautividad todo su dinero a los judíos pobres y, aún con el peligro de su vida, cuidó de dar sepultura a sus difuntos. Los judíos que después de la promulgación de la ley en el Sinaí ofrecieron oro, plata, piedras preciosas púrpura, para la construcción del Tabernáculo.

Lo esencial, en estos sacrificios, es la renuncia de una cosa que para nosotros es de valor, y, que por amor y adoración a Dios se lo entregamos como nuestro único y supremo bien, reconociendo, en su Presencia, que estamos dispuestos a ofrecer todas las cosas, aún las más amadas, para obsequiarlo y adorarlo.

Almas Víctimas. - Podemos llamar Sacrificios relativos, participativos… los de aquellas almas: que conscientemente ofrecen a Dios enfermedades, sufrimientos en aras de la Gloria de Dios y la salvación de las almas. Víctimas que, adaptando su voluntad a la Voluntad Divina, no sólo viven en consonancia con las leyes de Dios; sino también en unión con su Creador, se ofrecen como víctimas en desagravio de las ofensas hechas a Dios y en el afán de cooperar a la salvación de las almas. Dice San Pablo: “Ofreced vuestros cuerpos como Hostias vivientes”.

Me pregunto: cuando estas almas víctimas asisten al Santo Sacrificio de la Misa y, unidas a Jesucristo se ofrecen al Padre Eterno, ¿qué sucederá?... ¿Cómo las verá Dios?... ¿Cuántas gracias alcanzarán para sí y para los demás?

El martirio. - El mártir que muere por la fe, quien realiza un sacrificio; ya que, en el martirio, no sólo hay sufrimiento, sino auténtica destrucción. La Iglesia está poblada de mártires, sobre ellos la hemos visto crecer; así que el martirio es un Sacrificio verdadero, es una inmolación; no es el Sacrificio de Cristo evidentemente, pero si un Sacrificio ofrecido a Dios. Es la máxima prueba de amor a Dios que le da un verdadero cristiano: “Nadie tiene mayor amor que el que da la vida por sus amigos”, San Juan15,13.

Al martirio llegan los que amando a Dios entrañablemente y con ÉL a su Iglesia y a su doctrina, prefieren morir, antes que renegar de Dios y de su Palabra expresada en la Divina Revelación.

La Naturaleza. - Criaturas que directa ó indirectamente se consumen en la presencia de Dios como las flores que adornan y embellecen el recinto Sagrado, perdiendo poco a poco su frescura y belleza hasta marchitarse y morir enfrente a su Creador. Las velas ó veladoras construidas de la cera de otras criaturas, y quienes iluminan con su tenue luz a la Luz Eterna, Cristo en el Sagrario, y se van consumiendo hasta la muerte y destrucción. Estas criaturas sin vida racional y sensitiva las ofrece a Dios, el ser humano quién conscientemente sabe que esas criaturas del Señor lo hacen presente ante el Eterno Trono y expresan su actitud reverente, sumisa y de Adoración.    

Sin embargo, la definición propia del concepto Sacrificio. - Es un acto de religión, por el cuál expresamos a Dios reconocimiento como Creador y Dueño absoluto de todo ser viviente en homenaje a su Omnipotencia y aceptación de poca edad.

Leemos en Rollo Marín, que el Sacrificio es el principal acto de culto externo, público y consciente en la oblación externa de una cosa sensible con su real mutación y destrucción realizada por el Sacerdote en honor a Dios, para dar testimonio de su Supremo Dominio y nuestra rendida sumisión a Él. El Sacrificio es un don visible ofrecido únicamente a Dios por un ministro consagrado para reconocer la soberanía del Altísimo sobre todas las cosas. Nótese, que el auténtico Sacrificio sólo debe ofrecerse a Dios. El Santo Obispo de Hipona dice: “Nadie jamás soñó ofrecer sacrificios sino a sólo Dios verdadero”, y el Santo, completa esta frase: “Al tenido por tal”. San Agustín se refiere a los equivocados, ignorantes ó amantes del error, que han ofrecido sacrificios a dioses falsos. Observemos, que San Agustín nos dice: “Solo al Dios verdadero tenido por tal”.

 Lo que no es Sacrificio. - Los gentiles y paganos, aunque su dios no era verdadero, la ignorancia, el error, el demonio, los tenía engañados y ellos creían ofrecérselo a un dios verdadero. En la primera carta a los Corintios nos dice San Pablo: “Lo que sacrifican los gentiles, lo sacrifican a los demonios y no a Dios”. El rey de los Moabitas, sitiado por Israel degolló a su hijo primogénito en la muralla para alcanzar el auxilio de sus dioses.

Los fenicios y otros pueblos de Asia ofrecían todos los años y, sobre todo, en tiempo de calamidades al dios Molok que tenía cabeza de toro, sacrificios de niños. La estatua de bronce de su dios se ponía candente y entonces le echaban a los niños en brazos.

No se diga en América y, sobre todo en México, a cuyos sacerdotes paganos se entregaban cientos de seres humanos para ser sacrificados. Y, aún ahora existen pueblos de costumbres bárbaras que ofrecen estos sacrificios.

Todo sacrificio ofrecido, a los dioses falsos, no sólo, no es agradable a Dios; sino que le ofende gravemente y, peor aún, si tales sacrificios derraman la sangre de criaturas humanas e inocentes. Estos sacrificios, no solo son graves por ofrecérselos a dioses falsos, por adorar ídolos, sino por cortar vidas humanas de forma brutal, y a veces obscenas en aras del cumplimiento a sus dioses falsos. Es de asombrarse, si aún queda la capacidad de asombro, que hoy, en pleno siglo XXI en la era de la tecnología, de la gran “cultura” de la paranoia, de la intelectualidad, nos encontramos con realidades espeluznante como las que vemos ahora: Las misas negras, ya no sólo exclusivamente, realizadas en secreto por la masonería. La masonería siempre ha hecho misas negras; sin embargo, ahora brota entre el común del pueblo; sobre todo entre los jóvenes inducidos a las drogas quienes ofrecen sacrificios sangrientos directamente en honor al demonio, tomando como víctimas niños, jóvenes, gente madura y animales.

Qué decir de todos aquéllos que creen en la impía e hipócrita Nueva Era, con sus múltiples facetas extraídas de muchas doctrinas orientales, antiquísimas y diabólicas y barnizadas con el disfraz de lo que copian de la Doctrina Católica y de sus imágenes.

El espiritismo, donde encuentran los incautos mal intencionados, un ser que los protege. El único ser que está ahí es satanás.

Es verdaderamente angustioso y sorpresivo la adoración de la “santa muerte”. Eso es un culto verdaderamente diabólico y pagano. La santa muerte no es un ser, es un hecho; sin embargo, al esqueleto, símbolo de un cuerpo sin vida, lo han convertido en un dios que ahora adoran sacrílegamente.

La religión católica, llamada por sus enemigos Iglesia obscurantista, quiénes plenos de envidia y de ignorancia la atacan. La religión católica siempre ha sido origen y cultivo del arte, de la ciencia, de la filosofía; sin embargo, el ser humano aún con la verdadera doctrina pisotea las leyes, se enfrenta al mismo dios porque ha caído en el engaño de una raza obscura, calculadora y vil que es una vecina nuestra.

La diosa tecnología ha suplido al Dios verdadero, ahora el hombre se avergüenza de la verdad y se siente orgulloso de la mentira, por tanto, el Dios verdadero ha sido suplantado actualmente por la tecnología, uniendo a ella el poder, el placer y el dinero. En la actualidad los “intelectuales” niegan la honra y adoración al Dios verdadero; y el orgullo ante el mundo, es tener dioses falsos que conducen a la superstición, al vacío, hasta llegar al satanismo.

Los sacrificios paganos no son más que ofrendas de iniquidad, calificadas de asesinato, de impureza, de hurto y, por tanto, indigna al DIOS TRES VECES SANTO. Escuchemos a Santo Tomás de Aquino que nos dice: “Ofreced sacrificios a Dios es de ley natural, a éstos se inclina el hombre por su natural tendencia sin que se le prescriba y sin inspiración particular, el sacrificio es, pues, una verdadera necesidad de la naturaleza humana y, todos los pueblos, como ya lo contemplamos, lo han realizado; profundizando en la historia de los sacrificios solo encontramos verdadero sacrificio en la historia de la salvación, tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento, fuera de este contexto no hayamos sino falsos sacrificios”.

Hay sacrificios realizados, como ya hemos dicho, en falsas religiones que adoran a un dios falso, y, por tanto, ya no son esencialmente sacrificios, sino solo de nombre. Los sacrificios a un dios falso son ilícitos y repetimos no son sacrificios, sino ofensas a Dios, y son diabólicos, aquéllos que además ofrecen vidas humanas, ó que dan directamente culto al demonio. En cuanto al protestantismo ramificado, dividido en miles de sectas, no tienen sacrificio, y aunque dicen adorar a Dios, al mismo que nosotros adoramos; sin embargo, no aceptan todo lo que es el Santo Sacrificio del Altar. Amén de miles de verdades que ellos no creen, por lo que los fundadores del protestantismo, con su libre examen de la Sagrada Escritura la han alterado y rechazado entre otras cosas han ocultado de manera sagaz la tradición Apostólica.


Sor Clotilde

No hay comentarios:

Publicar un comentario