LA
SANTA MISA
La Fuerza de la Gracia por la Santa Misa.
“El Archiduque Francisco Fernando Príncipe de Austria iba a
Berlín para ser padrino de Bautismo del cuatro hijo del Príncipe heredero de
Alemania. En esta ocasión se dio el siguiente hecho característico y
edificante:
EL Archiduque había partido de Viena
el sábado por la tarde y, debía llegar a Berlín el domingo hasta las 11:00 de
la mañana.
Al tiempo de partir, el Príncipe
telegrafió al emperador Guillermo, rogándole que no le hiciese en la estación
recepción oficial porque la Misa última en Santa Eduwiges era a las 11:30 de la
mañana y no llegaría a tiempo sí se detenía.
El servicio de honor fue, pues,
revocado, y el Emperador fue únicamente acompañado del Príncipe heredero y de
los respectivos ayudantes de campo, a recibir al huésped Austríaco en la
estación de donde se fue aquel directamente en automóvil a Santa Eduwiges.
¿Cómo deben avergonzarse los que
pierden la Misa Dominical por fútiles y tontos motivos? (del libro “El Mayor Tesoro”).”
Otra Gracia de la Santa Misa:
“El celebrante Padre Lacordaire, el más famoso
conferencista francés, muerto en 1864, cuenta que un Príncipe Polaco, incrédulo
y materialista había escrito un libro contra la inmortalidad del alma.
Redactaba para darlos a la imprenta, cuando un día paseando en su jardín,
encontró a una señora que echándose a sus pies le dice:
¡Ah, mi buen Príncipe! Mi marido ha
muerto…su alma estará en el Purgatorio, donde sufrirá, y yo soy tan pobre que
ni siquiera puedo dar lo suficiente para celebrar una Misa de Difuntos… tened
la bondad de ayudarme a favor de mi marido. Saca el príncipe una moneda de oro
y se la da. La señora contentísima, ocurre a la Iglesia y manda celebrar Misas
por su marido.
Cinco días después estaba el Príncipe
leyendo en su estudio, cuando, levantando los ojos, vio a dos pasos de él a un buen
hombre vestido como los aldeanos del país, -Príncipe- le dijo el desconocido, vengo
a darle las gracias, soy el marido de aquella pobre señora que os rogaba a pocos
días le diera una limosna para hacer celebrar la Santa Misa por mi alma. Esta caridad ha sido grata a Dios, y Él me ha permitido venir a darle las gracias". (del Libro
“El Mayor Tesoro”).
Sor
Clotilde
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